Historietas acerca de los Beatles en Cuba
Por: Abel Prieto Jiménez
En este artículo: Abel Prieto Jiménez,
Cultura, Música, Redes Sociales, Rock, The Beatles
11 diciembre 2019 |
+
Dediqué un tuit a John
Lennon por su asesinato en Nueva York el 8 de diciembre de 1980 y por el
monumento a su memoria que se inauguró veinte años después, en la Habana, con
la presencia de Fidel. Han
aparecido en las redes respuestas irritadas, furiosas, a menudo insultantes,
que esgrimen “testimonios” insostenibles, francamente mentirosos, sobre la supuesta represión que sufrieron en
Cuba los jóvenes que se atrevían a escuchar la música de los Beatles.
La mayoría de estos “testimoniantes ofendidos” tienen una cifra ínfima de
seguidores. Obviamente son trolls.
Dicen que mi tuit “ofende a todo el que
cumplió condena por oír música rock o de Los Beatles” y acusan (sin pudor
alguno) a “la dictadura castrista” de (1) “meter presos a todos los rockeros”,
(2) “perseguir y encarcelar a quienes escuchaban esa música en Cuba” y (3) “ser
marcado por el sistema represivo del dictador solo por tener un disco de Los
Beatles”. Aparte de esta sarta de desvergonzadas falsedades, añaden fábulas
risibles sobre cómo había que esconderse, por ejemplo, debajo de la cama, para
escuchar al cuarteto británico.
Publico a continuación un artículo que
escribió Guille Vilar, inspirado en los 50 años del legendario Festival de
Woodstock, donde narra además algunas experiencias personales vividas en su
juventud rockera y beatlómana.
Guille desinfla
en ese texto, con unas pocas anécdotas, con su lenguaje sencillo y directo y su
honestidad a toda prueba, el panorama que quiere pintarnos un omnipresente
clima aterrador en torno a Los Beatles y al rock.
Puede criticarse la falta de promoción o
acaso una promoción insuficiente y errática de Los Beatles y de otras
agrupaciones rockeras de vanguardia en Cuba. Pero no es posible derivar de
estas pifias una historieta opresiva y caricaturesca fabricada a base de
mentiras, donde la simple posesión de un disco podía llevarte a la cárcel.
El error esencial fue, a mi juicio, no
diseñar una auténtica política para promover el rock de calidad, el más
auténtico, el más subversivo y revolucionario, porque se expresaba en inglés, y
propagar en cambio hasta la saciedad el pop venido de la España franquista por
considerarlo menos “nocivo”.
Una
valoración lo más ajustada posible a la verdad histórica
Reflexionar sobre los 50 años de la
celebración del memorable Festival de Woodstock, es mucho más que
circunscribirnos al hecho musical en sí mismo, pues su trascendencia social
llega hasta nuestros días. Es cierto que estamos hablando de una generación de
músicos marcados por un aliento de autenticidad reflejado no solo en su
proyección profesional sino en su condición humana. Tal es el caso de figuras
paradigmáticas como Jimi Hendrix, Janis Joplin o Crosby, Stills, Nash and
Young, cuya obra, si todavía impacta en la actualidad, entonces, por aquellos
tiempos, arrastraba a multitudes de jóvenes norteamericanos.
Hablamos de quienes apostaron por asumir el
privilegio de vivir desde la multiplicidad de colores de la creación con la
mayor honestidad posible. Hablamos de los jóvenes que fueron masacrados por la
Guardia Nacional en la Universidad de Kent. Hablamos de los jóvenes que
acompañaron a John y Yoko en sus manifestaciones contra la guerra de Vietnam.
Lamentablemente, recordar aquellos años
cargados de pura vitalidad existencial en la historia contemporánea de los
Estados Unidos, es solo un ejercicio de nostalgia, pues el establishment se ha
encargado de dominar los mecanismos imprescindibles de la sociedad a favor de
sus intereses mercantiles. Aunque siempre pueden aparecer músicos
impresionantes, la tendencia actual de la música popular norteamericana está
definida por el éxito de cada cual, por los índices de venta de sus discos en
el mercado, independientemente de la ausencia de aquellos mensajes que movilizaron
a millones de personas en los años setenta.
Semejante añoranza, nos obliga a preguntarnos
dónde está aquel espíritu de rebeldía en la sociedad norteamericana de estos
tiempos, qué se ha hecho de aquella vocación indomable de miles de jóvenes que reclamaron
sus plenos derechos como ciudadanos ante el inquilino de turno en la Casa
Blanca, actitudes que hoy en día para nada le hubieran permitido a Donald Trump
imponer a su libre albedrío la agresiva política de su gobierno, no solo contra
el mundo sino hasta contra sus propios coterráneos. He aquí el valor de
rememorar los 50 años del Festival de Woodstock en las peligrosas
circunstancias que vive el mundo en estos momentos.
Pero como casi siempre que se toca el tema
del rock, en cualquier contexto, sale a relucir cómo se manifestó dicha
corriente musical en nuestro país durante la segunda mitad del siglo pasado,
quisiera compartir con ustedes algunos puntos de vista sobre este polémico
asunto.
Para comenzar, no quisiera extenderme
demasiado sobre mis experiencias en los años sesenta con la música de Los
Beatles. Quizás basta decir que yo era de esos jóvenes que montaba en la guagua
con un “discreto” radio portátil Zenith con la emisora miamense WQAM
sintonizada, y nunca nadie me llamó la atención por escuchar esa música.
Tampoco me sentí “vigilado” en el puente del círculo Cubanaleco cuando
compartía con decenas de jóvenes los éxitos del rock de aquellos tiempos que
eran radiados por la WQAM.
Incluso, en el verano de 1965, cuando el
viejo me trajo de Londres el disco Help,
cuya canción homónima estaba en ese mismo momento en el número uno del hit parade de la WQAM,
estábamos tan emocionados que con varios amigos fuimos a distintas tiendas
capitalinas que vendían discos y pedimos que nos lo pusieran por el audio local
y no llegó ninguna perseguidora para detenernos por el atrevimiento de poner
una música prohibida en un lugar público.
No obstante, cada cual puede tener otras
experiencias personales que quizás no fueron agradables, pues gente atravesada
existe en todo momento.
En cuanto a la difusión del rock anglosajón
en nuestros medios, solo pido no dejarse llevar por el rumor que llega a
convertirse en leyenda y tratar de ser precisos en cuanto a fechas y concretar
lo más posible cualquier anécdota.
Para los más jóvenes lectores, puede que les
resulte difícil concebir el universo de la difusión de música en una emisora
capitalina como Radio Progreso en los años sesenta. Si bien por aquella época
estaban todavía lejanos los tiempos en que los graduados universitarios
llegarían con sus conocimientos a insertarse en el sistema de la radio, tampoco
se imaginen que había algún experimentado Juanito Camacho hablando de la
historia del rock ni mucho menos. Como en la mayoría de los medios
profesionales del país, hubo una fuerte emigración hacia los Estados Unidos de
las personas de mayor experiencia en la radio y muchos de los que asumieron
dichos puestos vacantes, no tenían la preparación intelectual adecuada, pero no
había nadie más.
Tampoco podemos obviar que, por aquellos
años, hacía muy poco tiempo de la invasión mercenaria a Playa Girón, al igual
que de la Crisis de Octubre y de la lucha contra bandidos en el Escambray, por
lo que es lógico que en el personal de la radio cubana existiera un fuerte
sentimiento anti yanqui. Al propio tiempo, la presencia de Los Beatles en
nuestra radio por aquel entonces, no podían verse como ahora desde la certeza
de que son unos verdaderos mitos de la cultura universal. Para muchos adultos
de aquellos años, en realidad Los Beatles no eran nada más que cuatro peludos,
con los pantalones apretados, y que además cantaban en el idioma del enemigo.
No obstante, a pesar de tener esos elementos
en su contra, de ninguna manera se podía ignorar el impacto de su música y, sin
irnos muy atrás en el tiempo, recuerdo haber escuchado por el programa Nocturno de Radio Progreso
canciones del disco Magical
Mistery Tour de 1967 como Hello
Godbye y The
Fool on the Hill.
También recuerdo con gran emoción que después
de haber escuchado en la WQAM el estreno mundial de Hey Jude, a la semana de este suceso ya se
radiaba por Nocturno
en el verano de 1968.
Así sucedió con otras canciones como While my Guitar Gentil Weeps del White Album, Something del disco Abbey Road o The Long and Winding Road
del disco Let it Be,
todas estrenadas en Nocturno
al poco tiempo de haber salido al mercado. A la vez se radiaban canciones de contemporáneos
de Los Beatles como The Grass Roots o The Turtles, además, por supuesto, de
temas de los Rolling Stones entre otros. Por lo tanto, el tema de la censura
del rock en Cuba, es una herida que permanece abierta; pero debemos de ser
capaces de analizarla desde perspectivas diversas para llegar a una valoración
lo más ajustada posible a la verdad histórica.
(Tomado de El vuelo del gato)
No hay comentarios:
Publicar un comentario