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HONRAMOS (NOS) HOY
a todos los museos de Cuba, __y de todas partes, dando a
conocer ^una pincelada[*] de un día^ de la historia de Cuba; nuestra Memoria
Histórica, esa que nos enseña:
"__nadie está olvidado, nada está olvidado".
Con la historia humana, ---con la de cada país en lucha
milenaria por la independencia y la libertad---, con su mejor y real
divulgación comunitaria y universal, se le da merecido homenaje a los
conservadores, especialistas y técnicos de los museos del mundo, (sean de
arqueología, arte, historia o de cualquier tipología), __y así, se perpetúan
las mejores experiencias para la protección, seguridad, conservación e
investigación crítica del patrimonio cultural inmaterial y material acumulado
por la Civilización Homo sapiens desde sus orígenes, hasta este año azotado por
letal pandemia de coronavirus, aún sin controlarse en parte alguna.
♧Panta♧
18.5.20.
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"11 de diciembre de 1958, jueves.
(Faltaban sólo 20 días para que el tirano Batista fuera
derrotado por el pueblo cubano y el M-26-7 muy bien organizado en llanos y
montañas de Cuba, en coordinación con las otras fuerzas revolucionarias,
dirigido por el Comandante en Jefe Fidel Castro.
El dictador junto a un grupo selecto de asesinos, salieron
huyendo vía aérea hacia República Dominicana la madrugada de 31 de diciembre,
pese al apoyo político, logístico, asesoría militar y de inteligencia del
gobierno de EEUU presidido por General D. Eisenhower; desde el artero golpe de
estado del 10 de marzo de 1952).
(...)
La conexión de la mafia y el régimen, cuyos orígenes databa
del primer período de gobierno de Fulgencio Batista, dejaba a ambas partes
importantes ganancias. El azar que abarcaba desde los casinos de lujo hasta las
vidrieras de apuntaciones en los cafetines provincianos, aportaban al dictador
grandes sumas. Cada mes, el inquilino de Palacio y la Finca Kukine recibía 1'
280 000 de pesos que dejaba el convenio con el hampa norteamericana y los
grandes casinos.
(...)
Esa noche, en Santiago de Cuba, donde los últimos
resplandores no provenían ni de parrandas ni de carnavales, dos escuadras
rebeldes saboteaban el local de la radioemisora CKR en el reparto Agüero y se
llevaron equipos y altoparlantes.
(...)
Algunos cubanos, afectados por el síndrome de la
dependencia, confiaban en que la solución de los problemas nacionales vendría
siempre del Norte. Hasta surgió un lugar común ante situaciones extremas:
"esto no lo arreglan ni los americanos". Por eso, a menudo, los principales
funcionarios de la embajada eran abordados por cubanos con planes para liquidar
la tiranía.
(...)
Al mediodía, ese rebelde que tanto preocupaba a la embajada
norteamericana, el Comandante Che Guevara, llegaba cabalgando a Manacas, Las
Villas, y poco después, arribaba a un lugar cerca de Guinía de Miranda. Lo
acompañaban Harry Villegas, Rene Rodríguez Cruz, José Mendoza Argudin, Parrita
y Juan Alberto Castellano. El Che vestía un viejo y maltrecho uniforme de
campaña, sin insignias que anunciaran su jerarquía, llevaba la camisa abierta y
un pantalón de anchos bolsillos repletos de papeles y balas. La presencia del
Che en ese lugar obedecía a que estaba por efectuarse una reunión con miembros
del Directorio 13 de Marzo, para definir las bases futuras que regirirían las
acciones contra las posiciones de la dictadura en la zona. Después de ese
encuentro, el Che tuvo otro con algunos combatientes llegados de la capital de
la provincia. En su Diario José Mendoza lo consignó así:
'Al regresar a Manacas nos esperaban tres visitantes: una
muchacha y dos hombres. Vienen desde Santa Clara y nos traen información sobre
la actividad clandestina del Movimiento 26 de Julio. La muchacha se nombra
Aleida March'.
El ejército batistiano no pudo impedir la presencia de
aquella joven que estaba entrando definitivamente en la vida del jefe rebelde.
Ella le trajo de la ciudad una caja de dulces que él luego compartió con sus
acompañantes. El Che dio a los visitantes las noticias más recientes. Hablaba
despacio, como si para hacerlo tuviera a su disposición todo el tiempo. Les
explicó los incidentes del rechazo a la reciente ofensiva del ejército, que se
habían trazado el objetivo de tomar ese lugar donde se encontraban conversando
y que significaba una especie de capital del Territorio Libre del Escambray.
Su cuartel general era una humilde casa campesina, en medio
de un bucólico ambiente, cuidada por un pequeño grupo de combatientes
capitaneados por Miguel Alvarez Sanchez. Los documentos del Comandante,
organizados y archivados dentro de una mochila de 50 por 30 centímetros, que
había pertenecido al ejercito, estaban a cargo del combatiente Hermes
Peña."
Tomado del libro:
BATISTA. ULTIMOS DIAS EN EL PODER.
José Luis Padrón González y Luis Adrian Betancourt Sanabria,
2008.
Ediciones UNION, 2008.
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