lunes, 19 de marzo de 2018

Estambul Museo Che Guevara Chaubloqueo Eladio González toto Turquía Irene Rosa Perpiñal nieta de turco

A Blog dcbre   2015

 

Noche turca en Estanbul  - con Irene y otros turistas (una abogada mexicana joven) nos llevan al Hotel Hilton donde en la Cena Show esta programada.  El lugar de lujo no tarda en llenarse y mientras cenamos guardo mi bandera argentina puesto que el mozo nos trae una junto con la enseña mexicana. La que no guardo es la cubana que la exhibo desde que arribé.  El ballet juvenil turco mixto de danzas regionales pasa luego a una exhibición masculina de bailarines donde la destreza y el estado físico nos atrapan.  Llegan luego junto con los platos y una a una las tres bailarinas turcas que compiten con su danza del vientre. Solo una me impresionó, como para estar a la altura de las chicas argentinas que estamos acostumbrados a admirar.

Tras eso el infaltable animador, capacitadísimo que cantó en casi todos los idiomas, manejando al disímil e internacional público con una habilidad notable, haciéndolo participar intensamente. 

Cuando el hombre fue presentando a los comensales mesa por mesa con mención del país de origen y cantando una canción alusiva, ví la oportunidad y preparé mi bandera cubana.  El pasó de romántico Mariachi mejicano, a pedir cantando “No llores por mí Argentina” y al ver mi bandera se largó con “Guantanamera” pero también señalaba una mesa que tras algunas columnas yo no había detectado, hasta allí llegué a los saltos y agitando el rubí las cinco franjas y la solitaria estrella me planté entre los cuatro cubanos y sus amigos turcos formando todos un coro que envidiaría el Orfeón de Santiago de Cuba. Todo el salón, y especialmente la gran mesa con norteamericanos miraba cautivada el espectáculo de negros y blancos “todos mezclados” y el viejo canoso yo que entusiasmado, no paraba de agitar la bandera.  Tras el acorde final me adelanté dos pasos hacia el escenario para vociferar  “ VIVA  FIDEL ” y volver a nuestra mesa.  En un aparte les obsequié a los médicos cubanos (que eso eran) el libro “Cuba Existe es Socialista y No está en Coma” del Arquitecto Rodolfo Livingston. Con ellos un matrimonio turco amantes de la Revolución Cubana que los acompañaban, recibieron de mi parte un libro de Tarek William Saab “Los niños del infortunio” crónica de la Brigada Médica Cubana en el terremoto de Pakistán.  Tarjetas del Museo del Che Guevara y quedamos conectados tras tomarse ellos una fotografía conmigo y mi banderita de algodón de Camagüey pintada a mano que de tanto trajinar ya necesita reemplazo. A esos hermanos les aclaré muy bien todo el agradecimiento que sentía por los esfuerzos internacionalistas generosos y humanistas que realizan en pro de los enfermos y débiles en el mundo. Fue una gran alegría encontrarlos allí.  Prometieron que el libro de Livingston lo leería la Ministra de Salud Cubana.

 

20 de Enero de 2009.   Estanbul en Turquía último día e Irene acepta mi idea y me confia un mechón de las trenzas de cabello, pertenecientes a quien fuera en vida su abuela “chiquita” Rosa, madre de Yolanda Saad, mi suegra.

 

Irene viaja mucho y siempre lleva consigo las trenzas de su abuela materna como un amuleto. 

 

A cincuenta metros del Hotel Senador donde nos alojamos se yergue en una ochava enrejada una antiquísima y pequeña “Mosque” (mezquita musulmana) desde donde cinco veces al día un altoparlante emite la oración, cantada visceralmente por un imán ó sacerdote mahometano, que invita a la oración. 

 

En un lateral se extiende un jardín mediano poblado de lápidas en donde principié a dejar parte del mechón de cabello entre un gran árbol y la tumba más cercana.

 

Luego, quitándome las zapatillas ingresé a la mezquita donde distribuí bajo las alfombras, en los rincones y junto a los grifos donde los fieles se higienizan antes de entrar a orar.

 

Volvió así en cierta forma y queda, la abuela al terruño donde vivió alguna vez, con su familia antes de emigrar a la Argentina donde vió nacer, entre otros nietos a una bellísima niñita, que con el correr del tiempo fundaría la Escuela de Solidaridad con Cuba “Chaubloqueo” y el Museo “Ernesto Che Guevara”, primero de Sudamérica.

 

Luego tomo fotos de la mezquita y del jardín, donde queda una parte de Rosa Donenberg Saad y regreso con Irene, para del Hotel partir hacia el romano aeropuerto de Fumicino, donde estoy escribiendo esto.

 

En un televisor se ve a Barack Obama cantando su himno en su propia asunción como presidente de Estados Unidos.  La multitud presente me hace recordar a Carlos Menem y su primera Bolocco recorriendo la Avenida de Mayo desde el Congreso de la Nación a la Casa Rosada en Plaza Mayo, cuando la mayoría de los argentinos lúcidos lo eligieron para que hiciera mierda el país. 

 

En una hora y con destino a mi criticado pero querido Buenos Aires partiremos.  Debo reconocer aunque no me gustan los viajes que ha sido una experiencia envidiable el ver tanta maravilla.

 

Eso si no tuvimos la suerte de conocer una (aunque fuera) familia turca ó griega, para entender el hoy en cada país.  Solo nos llevamos imágenes que erizan el alma (la Mezquita Azul me arrasó) Irene oró por los cinco y nuestra familia, en el reservado que las mujeres tienen en el templo, pues no pueden compartir los rezos con los varones, que lo hacen en el gigantesco y alfombrado ámbito, en el que todos incluyéndome nos hincamos orientados hacia la Meca (ciudad Santa) y nos posternamos apoyando la frente en la alfombra.

 

Allí y así pedí por la Paz en Gaza y en el mundo, por la libertad de los cinco cubanos presos en Estados Unidos, por la salud de mis hijos y nietos y especialmente por mi querida nieta Brenda Mariel.

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario