18 de febrero de 2016. ¿ Buenos Aires ?
Llego al cine Gaumont y la cola ya recorre la vereda. Escucho un ¡Toto! y puedo saludar a la muchacha que era una adolescente cuando trabajaba apasionadamente en Canal 4 Utopía de Caballito. En el gran hall es euforizante ver a nuestro admirable y querido Nóbel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, que en ese momento es reporteado por el gran Alfredo Grande. En el primer piso los amplios corredores que bordean el frente del cine se ven repletos de personas aguardando la apertura de la sala, mi banderita argentino de un lado y cubana del otro la agito para llamar la atención a todos. El señor que está delante de mí comparte su pasión por el teatro conmigo y me entero que tiene un programa de radio. Le anoticio sobre el museo del Che Guevara que dirijo y le doy mi tarjeta, él no. Desde arriba veo que entra al cine Antonio “Piru” Puigjané cuya vida veremos en el documental. Una mujer a mi lado pregunta ¿aplaudimos? y era lo que correspondía. Comencé las palmadas que fueron tomadas por todos. Ya en la sala seguí con la banderita cubano argentina. Mientras el director del documental, precedió a Adolfo Pérez Esquivel, Norita Cortiñas y otras damas que nos transmitieron a los presentes todo el cariño y agradecimiento que la actitud cristiana, comprometida y ejemplificadora del capuchino Puigjané les mereció. El documental me emocionó y aprendí cientos de cosas asombrosas sobre este sacerdote que habiendo recibido castigos increíbles fue capaz durante diez años de oficiar misa en su celdita y perdonar a sus bestiales jueces. Saber de la desaparición de su padre en aquellos terribles años. De su valentía al ser el primer sacerdote que marchaba en esa Plaza de Mayo junto con las madres. De su permanente preocupación por ellas y por la aparición con vida de los que el señor ministro Lopérfido sostiene no llegan a treinta mil. Su obra amorosa en parroquias de la Rioja, su labor con el Obispo Angelelli posteriormente asesinado, su siembra amorosa en una diócesis de Mar del Plata, todos lugares donde la pobreza reinaba y donde todo faltaba, hasta un sacerdote.
Y hasta allí llegó el amor de Antonio el Piru quien desafiando a sus superiores muchas veces se crucificó a diario para los niños, los adolescentes, los jóvenes, adultos y ancianos.
Su minúscula habitación en la ribera inundable de Quilmes fue mostrada en el film y recordé cuando hace muchos años yo mismo ingresé al lugar admirándome del ascetismo de ese curita obrero.
Al finalizar el emocionante documental y tras los aplausos todos los presentes fueron desfilando ante la silla de ruedas del protagonista principal del documental y de esa noche de estreno.
Fui uno más de los que le tomaron las manos y lo miraron a los ojos con enorme y agradecido amor. La sonrisa serena y bondadosa nos inyectó más energía para actuar como él. El ejemplo, el hombre nuevo, oculto algunas veces tras un hábito de fraile, el héroe argentino, atacado por el poderoso sistema del odio de los poderosos que desprecian a los más débiles y necesitados del rebaño. Su compromiso con el pueblo cubano también le jugaron en contra en esta Argentina que no reconoce al Che Guevara. En la parroquia de Nueva Pompeya como muestra el fin del documental sus amigos y admiradores lo visitan. Yo fui el año pasado y fue una experiencia inolvidable, por todo lo que me brindó en esa bella ocasión. Si van a visitarlo no avisen, simplemente llévenle una tortilla (sin sal). Es que le gusta mucho. En mis mails siempre atacaba yo a muchos periodistas y personajes que se disfrazan de otra cosa pero que fueron periodistas. Es el Carnaval del todo el año. Entre muchos le pegaba yo a Raúl Portal, Era la Guerra en Afganistán y yo había inventado un mal chiste: “Salven a los afganos (a los perros por supuesto…. Raúl Portal)”.Antonio Puigjane recibía mis emails con estoica paciencia pero cuando lo visité me habló con tal dulzura y énfasis que desarmó mi enojo. Y en homenaje a Puigjane dejé de atacar a Portal. (agradézcaselo Portal). Volví a casa pensando que harían falta dos documentales más para realmente cubrir todas las áreas donde la siembra de amor de este magnífico ser humano fecundó tanta almas.
Honor a quien honor merece dicen los hermanos cubanos y yo
le rindo a Antonio Puigjané mi emocionado homenaje adjudicándole la (cuarta) Llave Simbólica del Museo Ernesto Che Guevara de Buenos Aires.
La primera llave simbólica fue para el pueblo de Vietnam.
La segunda llave se la entregamos a Madres de Plaza de Mayo.
La tercera llave se la llevó el Profesor Osvaldo Bayer.
La cuarta llave es de Piru (a) Fray Antonio Puigjané.
Con un abrazo enorme y hasta la victoria siempre Antonio.
Eladio González toto director fundador
Museo Ernesto Che Guevara de CABA
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