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ISLA ORGANIZADA Y SOLIDARIA, EL MAGNATE DEJA EN BANDA A GENTE
Huracanes, el contraste entre Cuba socialista y Trump
En pocos días dos huracanes sacudieron países del Caribe y parte de la costa norteamericana. Las tragedias pusieron a prueba la naturaleza social y política de los estados. Mejor, mucho mejor Cuba socialista que el impiadoso Trump.
EMILIO MARÍN
Entre junio y noviembre de cada año es temporada de huracanes o ciclones, como se los llama en Cuba, como acota Martín Hatchoun, excorresponsal de Prensa Latina en Buenos Aires y desde el año pasado de regreso a su querida La Habana y dicha agencia.
Los más temibles son los que alcanzan categoría 5, la máxima, con vendavales de más de 250 kilómetros por hora que se llevan puesto techos, paredes, árboles, etc. El peligro no acaba con el derribo de objetos de cierto tamaño, y aplastamientos, sino que al barrer a ras del suelo hacen que piedras, escombros o restos metálicos se conviertan en disparos mortales, según donde peguen a los habitantes.
Esos movimientos provocan olas e inundaciones, cuando salen de tierra y soplan sobre el mar, en Cuba sobre el Atlántico. Los lugares costeros se ven literalmente inundados como ocurrió en zonas de la isla, incluso en su tradicional Malecón.
Según el informe del gobierno cubano recién en estos días se normalizaba el tránsito por esa avenida tan visitada por los habaneros y los turistas, como lugar tradicional de la capital.
Hablando del Malecón, como el agua moja para todos, no perdonó a la embajada de Estados Unidos, reabierta en 2015 por Barack Obama. Se les llenó de agua y de eso no podrán acusar de haber sido una maniobra del gobierno de Raúl Castro.
Ese duro percance de la embajada afectó a los equipos técnicos de fabricación israelí-estadounidense, LRAD-RX, vendidos por American Technology Corporation y usados para la comunicación del Departamento de Estado con sus diplomáticos en La Habana. Una temeraria denuncia de la administración Trump había acusado a Cuba de haber afectado por vía sonido a sus diplomáticos y familiares, sin ningún fundamento ni técnico ni menos aún políticos. El gobierno socialista quiere mantener buenas relaciones con Washington y no dar ninguna excusa al magnate para desandar el camino diplomático, desparejo, iniciado por Obama.
Como esos equipos quedaron bajo el agua provocado por el huracán Irma, su envío a EE UU para realizar pruebas técnicas no tendrá mucha eficacia. Y se dice que la NASA va a demandar a la fabricante porque habían sido adquiridos hace un año. Aún en países como Argentina estarían con garantía.
Irma la mala
El huracán con nombre de mujer pasó sobre Cuba entre el 7 y el 10 de septiembre pasado, afectando al grueso de las provincias, especialmente a Camagüey, Ciego de Ávila, Sancti Spíritus y Villa Clara. También tuvieron serios daños Guantánamo, Holguín, Las Tunas, Cienfuegos, Matanzas, Mayabeque y La Habana.
El Consejo de Defensa Nacional, en su informe del 29 de septiembre dijo que 158.000 viviendas habían sido afectadas, de las que 15.000 fueron derribadas completamente. Para el gobierno socialista el bien más preciado a defender es la vida de su gente. Por eso su reporte comenzó por decir que habían sido protegidas 1.863.589 personas: prevenidas, trasladadas y albergadas en lugares seguros, con provisiones y atención médica asegurada.
De ese modo, pese a la furia de la naturaleza -cuyo enojo también es devolución de atenciones a la acción depredadora del hombre en las condiciones del capitalismo global- la pérdida de vidas en la isla fue de 10 personas. Obvio que eso les duele a los cubanos. Si ellos no hubieran contado con el gobierno y la Defensa Civil que tienen, con la experiencia de décadas luchando contra estos fenómenos naturales, y sin la disciplina y solidaridad de su gente, el saldo luctuoso pudo ser mucho mayor.
En esos desplazamientos de población de una docena de provincias incide muchísimo la condición de país socialista. En Argentina, país capitalista dependiente, los vecinos inundados o que son afectados por una tragedia similar, no quieren abandonar sus hogares por temor a los robos y vandalismo. Y al quedarse suelen ser víctimas de la naturaleza. En cambio en la Mayor de las Antillas, cuando el gobierno dice hay que irse, e indica el lugar y el modo de llegar, se lo obedece. Se sabe que al volver todo estará en su lugar.
Todavía hay 12 mil cubanos que siguen en albergues y reciben la ayuda del Estado, que decidió financiar el 50 por ciento del precio de los materiales de construcción para damnificados por la destrucción de sus casas.
Los daños fueron muy grandes en el sistema eléctrico, pues se afectaron dos torres de alta tensión, 3.000 postes, 2.000 kilómetros de líneas, 1.300 transformadores y 10 subestaciones. Otro tanto con las comunicaciones telefónicas, por la destrucción de bases y torres para la telefonía fija y móvil.
Una buena
Paradojalmente, esa destrucción tuvo un aspecto positivo, confirmando que la dialéctica también rige en estos rubros. El país sufría una sequía de tres años, sus embalses estaban casi secos. Irma provocó lluvias: cayeron en septiembre 256 milímetros, 137 por ciento más que la media correspondiente a este mes. Así los embalses acumularon 6.000 millones de metros cúbicos, llegando al 69 por ciento de su capacidad total.
Como la educación es prioridad -lo es desde el triunfo de la revolución en 1959-, el curso lectivo recomenzó con la recuperación de escuelas dañadas y el uso de instalaciones alternativas. Ningún escolar debe perder un día de aprendizaje, pareció la consigna.
Trabajaron codo a codo el gobierno de Raúl Castro, el Consejo de Defensa Nacional, las Regiones Estratégicas y los consejos de defensa provinciales, municipales y de zonas, junto con el pueblo, las organizaciones de masas y las Fuerzas Armadas Revolucionarias. El presidente estuvo al pie del cañón, atendiendo la emergencia, con la misma sensibilidad de Fidel.
Dos huracanes
Las tareas de recuperación vienen siendo complicadas. Dijo Castro: "han sido días duros para nuestro pueblo, que en sólo pocas horas ha visto cómo lo construido con esfuerzo es golpeado por un devastador huracán".
En 1976 hubo un terremoto en la ciudad china de Tangshan. Fue el más grave en cuanto a vidas, pues murieron 242.000 personas. El cronista leyó que el alcalde recorría los barrios con los grupos de rescates, con música popular de aliento, y agitaba con la consigna "El hombre vencerá a la naturaleza". Los rescatistas no comenzaron por la vivienda de ese funcionario: su familia quedó para el final.
Con similares fundamentos, es seguro que Cuba vencerá a los daños de Irma, pero sobre todo al otro ciclón que comenzó a soplar el 20 de enero de 2017 y quiere mantener su categoría 5 durante cuatro años: el Donald.
El mismo viernes 8/9 que Irma causaba destrucción y muerte en la patria de José Martí, el bravucón yanqui renovaba "legalmente" el bloqueo mediante la aplicación de la "ley de comercio con el enemigo", un estatuto de 1917. Comparado con Trump, hasta el fascista George W. Bush parece humanitario porque en un huracán que afectó en su tiempo a Cuba autorizó el comercio de alimentos. El magnate, en cambio, reforzó el bloqueo exactamente al saber que la isla era devastada por el ciclón.
Cambio Climático
Cuba siempre estuvo preocupada por el Cambio Climático y por eso es defensora de los compromisos sobre este tema clave para el futuro de la humanidad. Firmó en 2015 los acuerdos de París y mantuvo su firma.
En cambio Trump retiró la adhesión de su país, todo en línea con su ignorancia y mala fe de que el cambio climático sería un "cuento chino" para perjudicar a la economía norteamericana. Por ahora ni el paso de Irma por Miami ni el de María por Puerto Rico lo han llevado a reconsiderar el tema.
Son distintos
Cuando en 2005 ocurrió el huracán Katrina, que provocó 2.000 muertos en Nueva Orleáns y daños cuantiosos, Cuba ofreció ayuda a EE UU; por ejemplo, a falta de dólares, el trabajo médico de la "brigada internacionalista Henry Keeves". El imperio rechazó esa propuesta humanitaria.
El país socialista ayuda a sus vecinos, aún en medio de tragedias como las que estaba viviendo este mes. El sábado 23/9 llegó a Dominica, afectada por el huracán María, una misión cubana con médicos rescatistas y una brigada canina para las labores de rescate. Y al mismo tiempo se puso a disposición de Puerto Rico afectado por el mismo fenómeno, en línea con el poema de "Puerto Rico y Cuba, de un pájaro las dos alas".
En cambio Trump no tuvo consideración por Puerto Rico, pese a que es un estado asociado a Estados Unidos. Fue totalmente indiferente a la tragedia provocada allí por "María". En vez de anunciar ayuda e ir personalmente a San Juan, les recordó a los afectados que están en quiebra financiera y debían afrontar sus deudas de miles de millones de dólares con los bancos y Wall Street.
El cantante Marc Anthony tuiteó el 25 de septiembre: "Sr. Presidente, deje de hablar de la NFL y haga algo por nuestra gente en necesidad en Puerto Rico". Y no era el comunista Silvio Rodríguez quien lo increpaba, sino el cantante casi inofensivo del bolero.
¡Cómo habrá sido de canalla el presidente con Puerto Rico, que un pro yanqui tan anti cubano como Andrés Oppenheimer tituló su columna en El Nuevo Herald, el 29/9, "Trump le dio la espalda a Puerto Rico".
Cuba tendió su mano; Trump apuñaló a Puerto Rico por la espalda.
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