sábado, 27 de junio de 2020

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Centenario de la Matanza de Punta Arenas

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Centenario de la matanza de Punta Arenas


En julio, se cumple el centenario de uno de los episodios más desconocidos de la represión desarrollada por Juan Luis Sanfuentes, en 1920, para frustrar el reconocimiento del triunfo electoral de Arturo Alessandri: la realización de una masacre de obreros en Punta Arenas.

Ella se dio en el contexto del delirio nacionalista fomentado por Sanfuentes como respuesta a la percepción de amenaza de un eventual ataque peruano-boliviano; todo lo cual fue prefabricado por el mismo gobierno (‘La guerra de don Ladislao’; en “honor” del ministro de Guerra de la época, Ladislao Errázuriz Lazcano), como se demostró, posteriormente.

En concreto, los miembros de la Federación Obrera de Punta Arenas no quisieron asistir a una manifestación convocada por la Liga Patriótica de la ciudad, para el 25 de julio. En respuesta, el gobernador de Magallanes, Alfonso Bulnes Calvo, dispuso que fuerzas del Ejército y de Carabineros asaltaran el local de la Federación en la madrugada del 27. Como hubo amagos anteriores, había una guardia armada en su interior. Además de asaltarlo a tiros, se procedió a quemar el inmueble, resultando un número indeterminado de muertos.

De acuerdo a la relación efectuada muchos años después (1937) –y que nadie refutó– en la Cámara de Diputados, por el socialista Efraín Ojeda Ojeda, “A las tres de la madrugada del día martes 27 de julio, los distinguidos asaltantes dirigidos por el Comandante del Batallón Magallanes [José María Barceló Lira], secundado por el Prefecto [de Carabineros] mayor señor [Aníbal] Parada [Pacheco] […] llegaron a asaltar el local de la Federación al grito de ‘¡Viva Barros Borgoño!’ En el grupo de los asaltantes participaban militares disfrazados con antifaces, el propio gobernador de Punta Arenas, señor Alfonso Bulnes, disfrazado también, presenciaba desde el frente de la Federación la obra de los jóvenes patriotas, que disparaban sus revólveres y pistolas contra el edificio. Los federados que habían sido comisionados para defender el local se defendieron”.

Ojeda agregó “Después de dispararse más de dos mil tiros, y habiendo sido muertos casi todos sus defensores, y en la imposibilidad de entrar al local, los asaltantes procedieron con todo sadismo a prenderle fuego. Los obreros que no murieron por efecto de las balas, fueron quemados junto con algunos heridos que cayeron en la calle. Una hora más tarde el local ardía por todos lados. Al ser requerido los bomberos, se encontraron con toda clase de obstáculos para combatir el fuego […] El agua había sido cortada. El comandante de los bomberos, al verse en la imposibilidad de atacar el fuego, sacando el revólver gritó: ‘¡O me dan agua, o me pego un tiro!’.

Además, Ojeda señaló: “Al incendio del local de la Federación Obrera, al empastelamiento [destrucción] e incendio del diario El Trabajo, a la muerte de los obreros, hay que agregar el incendio de la imprenta El Socialista, cuyo administrador, Román Cifuentes, después de asaltársele la casa, de resultas de lo cual su esposa a los pocos días tuvo un mal parto, fue sacado desnudo, flagelado para en seguida abandonarlo en la calle […] Después […] los instigadores de estos actos vergonzosos, los ejecutores de este feroz crimen colectivo se reunieron en el Club Magallanes y entusiasmados, alegres […] brindaron abundantemente por el brillante saneamiento de Magallanes (Boletín de Sesiones de la Cámara de Diputados; 26-07-1937).

Monumento a las víctimas inaugurado, en Punta Arenas, en 1968

Por cierto, la versión oficial fue completamente distinta. Así, en telegrama al ministro del Interior, el gobernador Bulnes señaló: “Anoche, en las primeras horas de la madrugada, se produjo un gran desorden frente al local de la Federación Obrera de Magallanes. El edificio fue incendiado y destruida la maquinaria de la imprenta del diario El Trabajo. Estando aún en comienzo la investigación que desarrollo sobre estos hechos, nada puedo adelantar sobre la forma en que se produjeron estos acontecimientos, ni de los individuos que tomaron parte en ellos. Se cree, con mucho fundamento, que algún grupo de manifestantes entusiasta de los que tomaron parte en los comicios patrióticos verificados en estos días haya lanzado gritos pasando frente al local de la Federación, a los que seguramente respondieron de adentro con descargas. Sirven de antecedente a esta creencia las afirmaciones de algunos vecinos y la justa irritación del público, en general, contra la Federación, por sus principios antipatrióticos y por las proclamas revolucionarias lanzadas en los últimos días. El orden se mantiene sin alteración, hasta ahora” (El Diario Ilustrado; 30-07-1920).

Y, en un nuevo telegrama, el mismo día, Bulnes agregaba: “Ampliando las informaciones sobre la destrucción del local de la Federación Obrera, con circunstancias que olvidé consignar o posteriormente establecidas, comunico a US que las descargas fueron hechas desde el interior del edificio y que estallaron explosivos, uno de los cuales resonó en toda la población, lo que comprueba la existencia de gran cantidad de esos elementos en el interior del local social. En la remoción de los escombros aparecieron tres cadáveres carbonizados, a los cuales no se ha podido reconocer. Un guardián fue asesinado al querer entrar a dominar el desorden. Hay escasos heridos. La población y los servicios locales resguardados por la policía se mantienen en perfecto orden” (Ibid.). Reveladoramente, no hubo más versiones oficiales ni investigaciones de alguno de los poderes públicos sobre dichos sucesos.

Como en casi todas las matanzas de la primera mitad del siglo XX, el número de víctimas ha quedado muy indeterminado. Prueba de ello es que, 17 años después, el diputado Ojeda ninguna cifra dio. En su momento, el diputado democrático Nolasco Cárdenas Avendaño declaró “Hay antecedentes claros que demuestran que han sido asesinados treinta obreros dentro del local de la Federación” (Boletín de la Cámara; 25-08-1920); a lo que el diputado liberal Jorge Errázuriz Tagle le interrumpió, señalando “Habría alguna bomba, adentro” (Ibid.), haciéndose eco de la versión oficial. Pero, lo notable es que Errázuriz no objetó para nada el número de víctimas dado por Cárdenas, pese a que el Gobierno señalaba que había habido sólo cuatro muertos y, entre ellos, un policía.

Además, el senador liberal Gonzalo Bulnes, hacía una semana, había dicho que respecto de los sucesos “Existen dos versiones: una de ellas es que hubo un disturbio interno entre los federados, y la otra que el pueblo, por una legítima indignación al ver los actos antipatrióticos cometidas por ella, la atacó. Cuando la policía fue advertida del hecho, envió fuerzas a restablecer el orden, la que fue recibida a balazos, de lo cual resultó muerto un guardián, quedando heridos dos o tres individuos de la Federación, que también murieron a causa del incendio que se produjo en la casa donde funcionaba” (Boletín de Sesiones del Senado; 18-08-1920).

El historiador Gonzalo Vial, muchos años después, ‘mezcló’ ambas versiones: “Los obreros de Punta Arenas, agrupados en su combativa Federación, no asistieron el 25 al acto patriótico de esa ciudad. Esto calentó cabezas, y el 27, anocheciendo, el hermoso local que poseía, orgullosamente, la Federación fue asaltado e incendiado, en medio de una infernal balacera. Quedó reducido a escombros y murieron varios, atacantes y agredidos” (Historia de Chile [1891-1973], Volumen II, Triunfo y decadencia de la oligarquía [1891-1920]; Editorial Santillana, 1983; páginas 676/7).

A su vez, el contemporáneo Carlos Vicuña da las mismas cifras de víctimas obreras que el diputado Cárdenas: “El tiroteo de los soldados continuó hasta que el edificio, devorado por las llamas, se desplomó con estrépito. Todos los que quedaban dentro, treinta o más, perecieron, pocos heridos de bala, los más abrasados vivos por la saña innoble” (La tiranía en Chile; LOM Ediciones, 2002; página 80). Respaldando la versión de Vicuña, el historiador Julio Heise señaló, también, “Más de una treintena de personas murieron quemadas” (Historia de Chile. El Período Parlamentario, 1861-1925, Tomo I; Editorial Andrés Bello, 1974).

Lo claro es que, luego de la matanza –como era costumbre–, arreció una represión generalizada. Así, Vicuña señaló: “Todas las manifestaciones públicas fueron prohibidas; las calles de Punta Arenas eran patrulladas y los grupos de transeúntes pacíficos, disueltos como si hubiese Estado de Sitio”. (Vicuña; página 80). Proliferaron, también, otras formas de violación de derechos: “Censura de la prensa, delación, fiscalización de las conversaciones en los clubes, clausura de los caminos, etc.” (Ibid.). Incluso, se comenzó a perseguir a diversos líderes y militantes obreros: “Sus casas fueron allanadas, sus mujeres detenidas, y ellos mismos buscados por todas partes, como fieras dañinas” (Ibid.).

A tal punto cundió el terror que Vicuña relata: “Un obrero perseguido, para salvarse de la policía, vivió ocho días entabicado, esto es, metido entre los forros exteriores de un tabique de madera afirmado sobre pies derechos y diagonales de roble. Sus amigos […] lo encerraron allí y clavaron, de nuevo, las tablas por fuera para eludir toda sospecha. Era una caja de tres metros de alto por ochenta centímetros de ancho y treinta de espesor. De noche, lo sacaban de esa angustia, a la que había de volver apenas aclaraba. Al fin, lograron conseguirle medios para fugarse” (Ibid.; páginas 80/1).

En todo caso, las fugas no eran fáciles, dado que Punta Arenas está rodeada de llanuras desoladas y sin bosques. El único lugar de refugio lo constituían algunas casuchas de ovejeros (‘puestos’), diseminadas fuera de los caminos. Por lo mismo, eran muy vulnerables a la policía: “La mayoría de los corifeos obreros refugiados en los puestos cayeron, así, en poder de los carabineros. Según la saña, ya violenta, ya aquietada, de los sayones, hubieron de soportar prisiones, golpes y vejámenes” (Ibid.; página 81).

También, se utilizó el método de “fondear” a los cabecillas: “Les ataban, a los pies, una pesada piedra de cantería con un alambre de fierro resistente y los arrojaban así al mar, desde una chalupa tripulada por media docena de verdugos” (Ibid.; página 81). “Esto se supo por un sobreviviente del método, Ulises Gallardo, que, gracias a lo tempestuoso del mar y a que lo dejaron cerca de un faro y en mar poco profundo, no se ahogó y fue salvado por el vigilante que escuchó sus estruendosos llamados de auxilio” (Ibid.; página 81/2).

Como de costumbre, la prensa de la época apoyó plenamente la versión oficial y la represión gubernativa. De partida, el corresponsal de El Diario Ilustrado en Punta Arenas expresó que “se protestó enérgicamente”, por la publicación en “periódicos socialistas […] de artículos antipatrióticos en los que se instaba a la fuerza armada a plegarse al movimiento anarquista (sic), y “La opinión se encuentra indignada por el acuerdo de la Federación Obrera […] de abstenerse de concurrir al comicio patriótico. Anoche se produjo un choque en el local de la Federación. Se sabe que ha habido cuatro muertos, cinco heridos graves y varios contusos. A las 3 de la madrugada de hoy se declaró un incendio en el local de la Federación. El fuego destruyó la totalidad del edificio y la imprenta socialista. La ciudad está tranquila” (29-07-1920). Pese a los evidentes cabos sueltos de la ‘noticia’, el Diario no dio más informaciones y no hizo comentario alguno respecto del tema…

A su vez, El Mercurio –¡pese a que se abanderizó, a última hora con Alessandri en la pugna presidencial! –, simplemente no informó de los sucesos y señaló, un mes después, que el informe del gobernador de Magallanes “Ha revelado que existía allí un centro de subversión sumamente peligroso y que bajo la apariencia de asociación obrera se sustentaba una escuela de revuelta y de traición nacional […] La Federación [Obrera] magallánica no era, como se ha pretendido mostrarla en la Cámara de Diputados, una organización de cultura obrera, sino de revolución y a nosotros nos consta esto, porque nos hemos informado durante años de sus ideas en sus propios órganos de propaganda oficial, cuya literatura hemos denunciado al Gobierno por considerarla perversa y traidora al País […] Una institución alimentada con tales propósitos no podía, pues, sino adoptar la actitud que adoptó en presencia del movimiento patriótico nacido de la amenaza de una agresión a la República en el norte; de la misma manera que era inevitable el choque con el elemento sano de la población, como desgraciadamente se produjo con las consecuencias que conocemos” (El Mercurio; 27-08-1920).

Incluso, el ferviente diario alessandrista La Nación hizo causa común con el Gobierno ¡que estaba tratando de desconocerle el triunfo a su candidato!: “Según nuestras informaciones, que estarían en todas sus partes de acuerdo con […] el Gobierno […] al pasar la manifestación [‘patriótica’] frente al local de la Federación Obrera de Chile, los manifestantes invitaron a las personas que se encontraban en su interior a que se plegaran al desfile, y como estas se negaran a hacerlo, los primeros lanzaron algunas expresiones duras contra ellas. Exaltados los ánimos, algunos de los desfilantes descargaron sus revólveres, y como aun los federados se negaran a tomar parte en la manifestación, llegaron hasta prender fuego al local de la Federación […] Mientras ardía el edificio, se dejaron oír violentos estallidos, lo que ha inducido a creer que en el interior de la Federación había elementos explosivos. El incidente no alcanzó a tomar otras proporciones, debido a la rápida intervención de la policía” (La Nación; 29-07-1920).

Pese a los cien años transcurridos esta matanza gubernamental –como muchas otras de nuestra historia– y la represión posterior permanecen aún desconocidas por la generalidad de la población. Y no es raro, porque ella no es recordada en nuestro sistema escolar; y muchos historiadores ni siquiera la registran. Es por ejemplo el caso de la Historia de Chile, de Sergio Villalobos, Osvaldo Silva, Fernando Silva y Patricio Estellé; del Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX, de Mario Góngora; de Chile en el siglo XX, de Mariana Aylwin, Carlos Bascuñán, Sofía Correa, Cristián Gazmuri, Sol Serrano y Matías Tagle; y de Historia del siglo XX chileno, de Sofía Correa, Consuelo Figueroa, Alfredo Jocelyn-Holt, Claudio Rolle y Manuel Vicuña.

Libros Recomendados:
La masacre en la Federación Obrera de Magallanes

Portal Luis Emilio Recabarren - 20 Septiembre, 2009

La Masacre en la Federación Obrera de Magallanes - El movimiento obrero patagónico-fueguino hasta 1920
Carlos Vega Delgado
Editorial ATELI, 2002 - Punta Arenas

Texto contraportada

A fines del siglo XIX, no existía el Canal de Panamá y el Estrecho de Magallanes era el nexo interoceánico. Y no sólo llegaban naves. También surcaban los mares las ideas de vanguardia que convulsionaban el viejo continente y que harían del confín americano el lugar donde se produciría en pocos años, una lucha violenta entre el capital y el trabajo.

"El más importante proceso de lucha social de América Latina", como lo calificó el historiador Marcelo Segall, se daría en esa tierra de frío y vientos, con una clase obrera sorprendente por su organización y educación, que no sólo fue capaz de instaurar una pequeña ‘comuna’ en Puerto Natales, sino que, incluso, logró tocar, por un segundo, el cielo con las manos.

En este libro se vive y se palpita una época donde la lucha por el poder, el verdadero poder, era el propulsor de la relación entre quienes poseían los medios de producción y aquellos que aportaban con sus brazos el valor del trabajo.

Y con violencia se escribió la Historia…

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EXTRACTO

Recabarren en Magallanes

El 1° de mayo de 1916, la fiesta del trabajo fue organizada por la Federación Obrera de Magallanes (FOM) y la Agrupación Socialista. Se visitó la Cárcel, el Hospital, la Escuela Nocturna Popular y la Cruz Roja. En la tarde, se hizo un comicio en la Plaza de Armas, donde fueron oradores José 2° Castro, Concha, García, Fariña (a nombre del Partido Socialista de Punta Arenas), Cifuentes (quien protestó, porque el comercio no cerró sus puertas en un "día tan trascendental") y el socialista argentino José A. Mouchet. Tras él, habló Peutat, quien leyó las conclusiones que se enviarían al Presidente de la República y que, en síntesis, eran:

1.- Legislación obrera sobre salarios

2.- Ley sobre accidentes del trabajo

3.- Ley que declare legal las 8 horas de trabajo, reglamentación de las horas de trabajo para las mujeres y los niños y fijación del mínimum del salario y el máximum de horas de trabajo para los adultos

4.- Separación de la Iglesia del Estado

5.- Representación parlamentaria

El 2 de mayo llegaba, a bordo del Magallanes, el dirigente y conferencista obrero Luis Emilio Recabarren, quién, al día siguiente, ante numeroso público, dictó su primera conferencia en el salón de la Sociedad Cosmopolita, la que versó sobre La organización obrera.

“Al hablarse de organización obrera –comenzó diciendo–, en todos los países esta expresión ha sido recibida con un soberano desprecio; en Chile ha sucedido también lo que en otras partes”.

Dice el conferencista que, tal vez, en el tema que le toca desarrollar tendrá muy poco de nuevo que agregar, pues existiendo aquí dos órganos de publicidad obrera, dicho tema ha debido ser tratado en diferentes ocasiones y de diferente manera.

Comienza el desarrollo de su conferencia preguntando: “¿Para qué se organizan los trabajadores? ¿Qué quieren?”

“Siempre se ha creído que ello es la acción de tres o cuatro holgazanes que quieren vivir ociosos, aprovechándose de las cuotas de los federados. Los que tal han dicho, muchas veces han conseguido que se les oiga, sembrando la desconfianza en el seno de las instituciones: eso no ha sucedido en Magallanes”.

Otras ideas de la conferencia abarcaron la importancia de los obreros en los progresos de la humanidad; que cuando el obrero se encuentre en buenas condiciones de vida material podrá consagrarse a su perfeccionamiento moral e intelectual; que la clase capitalista dice siempre que paga bien a sus operarios, cuando en realidad lo que paga a los obreros no es otra cosa que el equivalente al combustible y al lubricado que necesitan las máquinas o motores; analizó el origen del capital como consecuencia del trabajo; destacó que la organización obrera persigue como fin muy primordial la educación de las masas populares como el medio más propicio de preparación para la concepción de la sociedad socialista del porvenir.

El 9 de mayo, el tema fue El socialismo y la guerra, concluyendo que la guerra que desgarraba a Europa sólo había sido la obra del factor económico.

Declarada la guerra, obra de la burguesía capitalista, ha lanzado a la defensa de sus intereses, a la conquista de sus egoístas ambiciones, a los obreros, a los proletarios, pues que son los obreros y los proletarios los que forman la inmensa mayoría, la totalidad casi absoluta de los ejércitos beligerantes.

El 11 de mayo, Recabarren y Mouchet hablarían sobre La prensa obrera y socialista. Mouchet destacó la importancia de la imprenta como el medio más eficaz para difundir la propaganda, a través de la prensa y los libros de carácter socialista, incentivando a los trabajadores magallánicos a trabajar para que las publicaciones semanales existentes se transformaran en diarias.
Recabarren se refirió a la poca ilustración de los periodistas obreros, puntualizando:

“La misión de la prensa obrera tiene por objeto esencial orientar la marcha del proletariado y para que esta orientación sea eficaz y produzca los frutos deseados, es necesario impulsar el progreso de la prensa obrera y obligar a leer a todos los obreros, obligarlos a nutrir su inteligencia, a que alimenten el espíritu a la par que el cuerpo. Y, también, es necesario educar a la mujer, educar a la madre para que ella eduque a sus hijos; de una madre esclava, sin nociones de libertad, no pueden nacer hijos capaces de libertarse”.

La noche del 13 de mayo, la temática fue La lucha de clases y el proletariado organizado. Comenzó Recabarren, expresando:

“La lucha de clases es tan antigua como la humanidad y en cada época de la historia ha tenido caracteres diversos, caracteres que se han ido modificando con el transcurso del tiempo [...] En Chile, con muy honrosas excepciones, Magallanes una de ellas, los obreros ganan un salario miserable. Nada ha podido evitar que los obreros del campo se vayan a la ciudad. En la ciudad se ha visto obligado a pedir aumento de salario...

Mientras haya obreros descontentos con su condición social, habrá lucha de clases, si no activa, por lo menos en estado latente y esta lucha durará mientras exista la diferencia de clases [...] La lucha de los obreros no es una amenaza para nadie, los obreros sólo luchan por su liberación, por la reivindicación de sus derechos”. 89

El 17 de mayo, El Magallanes publica una información relativa a la conferencia dictada por Recabarren sobre La vida humana a través de las religiones, del clericalismo y el socialismo, donde se refiere a la indisolubilidad del matrimonio impuesta por la Iglesia, aun cuando existan graves problemas en la pareja, diciendo que "los socialistas creen que es forzoso concluir con esta escuela de inmoralidad y el único medio de concluir con ella es establecer el divorcio absoluto".

Hablando, el 16 de mayo, sobre el cooperativismo, "demostró las ventajas que el cooperativismo reportará no sólo a la clase proletaria sino a toda la humanidad, porque transformará todo y totalmente el régimen industrial basado en la explotación del trabajo y el régimen político que ampara ese sistema económico; provocando, así, el advenimiento de un régimen colectivo de perfecta armonía social, donde no exista ni la explotación, del crimen, ni la esclavitud".

El 27 de mayo, Recabarren se referiría al Matrimonio indisoluble y sus consecuencias, expresando:

“Los socialistas sostienen que el matrimonio forzosamente indisoluble produce desastres a la especie humana, porque constituye una escuela, siendo los obreros los que soportan la peor parte en sus funestas consecuencias [...] ¿Para qué se organiza el matrimonio? Hoy por hoy, por sport, por necesidades mezquinas, por intereses económicos”.9'

Seguiría la conferencia El derecho de huelga y la libertad de trabajo, donde en parte de su intervención manifestó:

“Cuando la clase obrera busca los medios para vivir mejor, resulta que se encuentra obstaculizada por la acción egoísta de la clase capitalista que, a su juicio, limita las míseras rentas de los obreros, a un máximum que constantemente resulta insuficiente. En estas condiciones la clase obrera que sienta transformarse sus necesidades en ideales, no tiene otro recurso que recurrir a la huelga para poder alcanzar de a poco siquiera lo que anhela”. 92

El día de celebración del 5o Aniversario de la FOM, Recabarren habló sobre Cómo será el porvenir, según la organización obrera, entregando conceptos tales como:

“La inteligencia y el amor serán las fuerzas que pronto salvarán todos los obstáculos que hoy parecen grandes para producir el bienestar humano. Cuando domine la inteligencia y el amor, no podrá haber servilismo ni servidumbre. Lo que no resuelva el amor lo resolverá la inteligencia...

La fuerza que convertirá en realidades nuestras ilusiones de hoy, es nuestra organización obrera y socialista, que nada ni nadie puede detener, por la misma razón que nadie ni nada puede impedir que el día de mañana venga en pos del día de hoy [...] Eso será el porvenir: toda una vida ideal legislada por la organización de los trabajadores”.

El 15 de junio, refiriéndose a El gremialismo, sus funciones en el pasado, en el presente y en el porvenir, destacó:

“Hasta el presente, en poco más de 60 años de organización, la clase proletaria de las ciudades más importantes del mundo ha alcanzado un progreso ventajoso, si bien es cierto a costa de luchas bastante dolorosos. Pero, esas conquistas obtenidas hasta hoy son la base más firme para obtener superiores conquistas en el porvenir. De las primeras manifestaciones aisladas de organización gremial, se pasó a relaciones mutuas entre grupos y grupos de una ciudad y de una nación a otra, hasta llegar a organizar la combinación más poderosa de obreros del mundo bajo el nombre de la Internacional Obrera y Socialista, que contaba, en 1914, antes de estallar la guerra, con más de diez millones de afiliados”.

Seguiría el 21 de junio la conferencia El cooperativismo, del pasado al porvenir, planteando que este tipo de organización "ha sido como una suprema necesidad para amortiguar los efectos del hambre, abaratando el costo de la vida y en el transcurso de su práctica va siendo el ideal y la forma de una sociedad más perfecta que la presente, donde todos disfruten la satisfacción de vivir en paz perdurable".

La conquista del poder político por el proletariado sería la siguiente conferencia, expresando:

“Sólo la lucha política en el pasado, en la que el proletariado ha exigido la derogación de las leyes prohibitivas de la organización, han podido darle a la clase obrera las facilidades de que hoy dispone para organizarse y desarrollar un programa de mejoramiento [...] Consideramos que nada pueda detener el avance de las fuerzas organizadas de la clase proletaria, a realizar la abolición de la propiedad privada, por la misma razón con que fue abolido el régimen feudal y reemplazado por un régimen municipal; por la misma razón con que fue abolido el régimen inconstitucional y se le reemplazó con el sistema constitucional. Así, pues el actual régimen capitalista será reemplazado por un régimen colectivista, cuyo programa va realizando la clase proletaria en sus organizaciones gremiales, cooperativas y políticas”.

El 9 de julio, habló a los obreros de las artes gráficas acerca de la Misión del proletariado moderno y el 11 sobre Arte y Cultura.

La mujer y la educación fue el tema abordado el 8 de julio, en el local de la Federación Obrera, destacando la triste situación de la mujer, "quien ha sido encaminada a servir a las religiones o a sus apóstoles, antes que a las ciencias necesarias a su función material [...] mas, ahora dos movimientos nuevos van señalando otros rumbos a la mujer, el feminismo y el socialismo".

Para el 5o Aniversario de la FOM, en los salones de la Organización, se conmemoró la fecha con una conferencia de Recabarren sobre la organización obrera, y el 20 de julio hablaría de La materia eterna jamás ha sido creada, diciendo que "el universo, como el tiempo y el espacio, no ha tenido el supuesto creador de los antiguos, lo que se resume en lo siguiente: la materia o universo existió siempre en el espacio infinito y en el tiempo eterno que la contiene".

El sábado 29 de julio, el tema fue Capital y trabajo; el jueves 3 de agosto, La sociedad y el individuo; el sábado 5 de agosto El militarismo y la paz armada, destacando que "el militarismo jamás puede ser un factor de cultura, de libertad, ni de moral, puesto que su acción práctica desarrollada no es culta, cuando destroza y mata, no produce libertad cuando oprime al vencido, no es moral, cuando invade con su hábito todo lo que esté a su alcance [...] el desarme absoluto es la única garantía de paz eterna, doblemente garantida cuando nos aseguran que las naciones están gobernadas por sus hombres más dignos y honrados, y las consecuencias de la paz son la felicidad".

El domingo 18 de agosto, en la mañana, en una asamblea general de los obreros albañiles, se refirió a la Organización gremial y sus beneficios que reporta al obrero; finalmente, el 19 de agosto, en el local de la FOM, habló sobre La clase obrera y las religiones.

El 24 de agosto de 1916, Recabarren viajaría, en el vapor Orita, en dirección a Buenos Aires, después de "permanecer una temporada más o menos larga, dando una serie no interrumpida de conferencias en los diversos centros obreros. El señor Recabarren dejará muy buenos recuerdos entre aquellos que supieron granjearse su amistad y entre los obreros en general, a quienes iban dirigidas sus enseñanzas que, debidamente aprovechadas, no podían menos que producir, a la larga, los más sabrosos frutos".

Mientras Recabarren dictada conferencias a los trabajadores de Punta Arenas, el Club Magallanes, organismo que se transformaría en el centro del antiobrerismo, procedía el 4 de agosto a renovar su nuevo directorio, que quedó constituido de la siguiente manera:

Carlos Cervaró A., Jorge Matta, Roberto Ewing, Juan Secul y Manuel Iglesias. Faltando otras dos personas para integrar el Directorio, se concretaron las votaciones resultando elegidos los señores Arturo Briones Luco y Nibaldo Sanhueza. De acuerdo a los estatutos, se procedió a elegir las personas que deben formar la Junta Calificadora, resultando elegidos los señores Ignacio Anguita, Juan Blanchard, Temístocles Urrutia, Juan Hoeneisen y Mayer Braun. Según sabemos, cuenta con la mayoría de las simpatías para el cargo de presidente don Jorge Matta.

Fuentes:

El Magallanes, 2 de mayo de 1916, p. 7.

El Magallanes, 5 de mayo de 1916, p. 6.

El Magallanes, 10 de mayo de 1916, p. 8.

El Magallanes, mayo 12, p. 7.

El Magallanes, 15 de mayo de 1916, p. 7.

El Magallanes, 18 de mayo de 1916. p. 7.

El Magallanes, 29 de mayo. pp. 8 y 9.

El Magallanes, 6 de junio de 1916, p. 3.

El Magallanes, 12 de junio de 1916, p. 6.

El Magallanes, 19 de junio de 1916, p. 6.

El Magallanes, 23 de junio de 1916, p. 7.

El Magallanes, 26 de junio de 1916, p. 7.

El Magallanes, 10 de julio de 1916, p. 6.

El Magallanes, 22 de julio de 1916, p. 5.

El Magallanes, 7 de agosto de 1916, p. 7.

El Magallanes, 21 de agosto de 1916, p. 7.

"Hasta Punta Arenas nunca llegó el consejo de la FOCH [Federación Obrera de Chile]. Sólo llegó con Recabarren. Aquí pudo más el anarcosindicalismo". Testimonio de Juan Aguilar Collao, obtenido magnetofónicamente por Manuel Rodríguez Uribe, en 1985.

El Magallanes, 5 de agosto de 1916, p. 7.





































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