El Che recibe su merecido homenaje en el Museo Histórico Ernesto Che Guevara, el primero de Sudamérica, dirigido por Eladio "Toto" González y su esposa Irene Perpiñal. Esta institución participa activamente en los emprendimientos barriales y trabaja en red con diferentes organizaciones de Derechos Humanos y opositoras al bloqueo cubano. En el negocio de antigüedades Bagatela, ubicado en Rojas 129, funciona también el Museo Histórico Ernesto Che Guevara, el primero en América del Sur dedicado a este luchador revolucionario. En ese largo ambiente, plagado de objetos llenos de historia, protagonistas de distintas épocas, fluyen también la resistencia y la solidaridad, y abundan las alegorías al Che y las críticas a las injusticias cometidas no sólo contra el pueblo cubano sino también contra todas las víctimas del sistema capitalista. Es un espacio militante sin ser de ningún partido político, cargado de un compañerismo netamente progresista y combativo. Es que así son también sus impulsores, Eladio "Toto" González, y su esposa Irene Perpiñal: idealistas, defensores de los Derechos Humanos, opositores a las injusticias y a la desigualdad social. Por eso el Museo es un espacio poco común en la cotidianeidad individua-lista y fugaz que intenta constantemente hacer naufragar los proyectos dedicados a las causas justas. Según Toto, "el Che era un tipo raro, porque son raros los solidarios" y, teniendo en cuenta su teoría, él también lo es. De hecho, su acercamiento ideológico a Cuba y al Che se dio gracias a un acto noble y altruista: "Yo no tenía noción de quien era Guevara -confiesa Toto-. Nunca había militado en nada. Todo empezó por una donación de sangre". En 1992 un viaje de Toto e Irene a Cuba coincidió con el atentado terrorista contra tres soldados cubanos, de los cuales sólo logró sobrevivir uno que debía ser intervenido quirúrgicamente. Este lamentable hecho, sumado a todas las vivencias en la isla, motivaron a Toto para que el último día de sus vacaciones hiciera algo para materializar aquel sentimiento de compañerismo y pertenencia propio del pueblo cubano, que experimentaba desde su llegada al país. En Cuba, Toto se encontró "con una realidad hermosa, con una sociedad diferente" y asegura haber sentido "sana envidia" al ver a un grupo social con sus integrantes funcionando juntos. "Cuando ocurrió esa desgracia salí a caminar y lo que se vivía era un duelo total -recuerda-. Ojo, no había banderas negras ni manifestaciones, era simplemente una cuestión de percepción. Es que el duelo del pueblo se sentía y era abrumador". Toto estaba conmovido y sentía la necesidad de hacer algo. No lo pensó dos veces y, aunque no lo pedían, fue a donar sangre para el soldado herido sin imaginar, tal vez, que con esa acción estaba cambiando el rumbo de su vida. "Yo quería acercarme y sentir el calorcito de esa gente -explica emocionado-, necesitaba saber cómo era aquello, experimentar esa sensación que se percibía, que para mí era como un milagro". Intentó donar sangre pero no lo dejaron porque no hacía falta. De todos modos, tuvo la oportunidad de hablar con el padre del muchacho y le dejó una nota que al día siguiente ocupó la primera plana de varios diarios cubanos. Ya en Argentina, a los pocos días el cartero le entregó cuarenta cartas. Toto pensó que había un error, que le estaba dejando correspondencia que seguramente era para sus vecinos. Pero no, en todos los sobres estaban su nombre y su dirección. Esas esquelas representaban sólo el comienzo de un intercambio epistolar ya que Toto llegó a recibir más de cinco mil notas escritas por cubanos de todas las edades, de distintas profesiones, de diferentes lugares, pero todos con un sentimiento de hermandad común. Luego confeccionó listas con los nombres y direcciones de las personas que le habían escrito y las distribuyó entre argentinos: "Así logramos quebrar un bloqueo de más de cuarenta años -rememora-, ya que a Cuba hasta le intentaron cortar los vínculos culturales, lo que es muy cruel y terrible porque, al separar al mundo, se está deteniendo la cultura mundial, que es la suma de todas las culturas. Bloquear una cultura es destruir a la humanidad". Un año después el arquitecto Rodolfo Livingston publicó algunas de las cartas en un libro y muchos de sus lectores entablaron contacto con Toto e Irene. De esta manera, a medida que aumentaba y se estimulaba la comunicación, se gestaron nuevos proyectos e innovadoras maneras de combatir el bloqueo. De a poco empezaron a juntar alimentos, ropa, juguetes, útiles escolares y una variedad de donaciones que, con la ayuda de la Embajada Cubana y la empresa Cubana de Aviación lograron mandar a la isla hasta que el gobierno de Carlos Menem empezó a dificultarles la posibilidad de ofrecer esta ayuda solidaria. La dimensión de las donaciones era de tal magnitud que no les quedó otra que expandirse, lo que dio nacimiento formal al Primer Museo Histórico Ernesto Che Guevara en América del Sur. El Museo funcionó desde 1996 durante seis años en un galpón enorme ubicado en Nicasio Oroño y Avellaneda, en Caballito. Se mostraba la vida del Che, había fotos inéditas, documentación, cartas, manuscritos, monedas, esculturas, estampillas y demás objetos aportados por cientos de personas que, motivadas por el impulso de compartir, donaron sus reliquias guevaristas al Museo. Además tenían libros para prestar, muchos de los cuales hoy es posible encontrar en la biblioteca de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo ya que con el cierre del galpón decidieron donarlos para que puedan seguir circulando. También se sumaron personas provenientes de distintos partidos, con diferentes historias e ideologías. "Todos los que venían al Museo querían ayudar -explica Toto-, necesitaban hacer algo por los demás" y así, casi sin buscarlo, lograron formar una red de lucha, de ayuda, de resistencia. Además se impulsó un trabajo cultural muy importante y ofrecieron talleres totalmente gratuitos para evitar "la segregación de bolsillo". De esta manera, se dictaron clases de periodismo, guitarra, tango, salsa, inglés, primeros auxilios, además de apoyo escolar primario y secundario. Asimismo, desde hace dos años, en memoria del Che, aquel estudiante de medicina solidario "que curaba a los enfermos, jugaba con ellos y les aliviaba el espíritu", el Museo es también un centro de recepción, de información y de registro de donantes de células madre. Sin subvenciones y víctima de los problemas económicos agudizados desde el 2001, el galpón cerró sus puertas en el 2002. Sin embargo, el Museo sigue vivo y no solamente en el negocio de la calle Rojas. Posee también un espacio ilimitado ya que el Museo Ernesto Guevara, el primero en Sudamérica que rinde homenaje al Che, acompaña a Toto a todos lados y se materializa en cualquier ambiente al flamear la bandera cubana con la leyenda "Hasta la victoria siempre", emblema que incentiva a todos aquellos que desde el anonimato comparten sus sentimientos, a acercarse y coincidir en un proyecto común. viernes, 23 de febrero de 2007 http://revistaenredados.blogcindario.com/2007/02/00004-museo-por-correspondencia-una-visita-al-museo-del-che.html |
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