A nuestra Celia Hart Santamaría. Por Olmedo Beluche
A nuestra Celia Hart Santamaría, que se nos fue una tarde gris y lluviosa hace ya 10 años.
Por su inteligencia que nos provocaba siempre a pensar y profundizar, por su fuerza y su ternura.
Porque en esta hora difícil de nuestra América Latina no se cansaría de escribir y denunciar.
Porque sigue diciendo con más fuerza que nunca: Revolucionarios de todos los países Uníos!
Siempre estará en todos nosotros y su heroico pueblo.
Celia Hart Santamaría Presente Siempre!
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"Escritos Políticos (2003-2008)" de Celia Hart Santamaría
Por Olmedo Beluche
(Hace 10 años, el 7 se septiembre, falleció en un accidente
automovilístico Celia Hart Santamaría, prominente escritora y
activista revolucionaria cubana. En el primer lustro del siglo XXI,
Celia Hart influyó sobre el movimiento socialista latinoamericano y
mundial con sus artículos semanales que abordaban los temas más
álgidos de la situación política.
Ella inauguró este método de aprovechar la internet, mucho antes que
Fidel Castro también escribiera sus afamados artículos. En plena etapa
denominada por el Partido Comunista Cubano como del "debate de ideas",
Celia fue una de las pocas que en verdad aportó ideas y debate, desde
dentro de la isla, y desde una postura trotskista. En Panamá tuvimos
el privilegio de escucharla como conferencista unas semanas antes de
su fallecimiento.
Como compañero de luchas y amigo, me tocó la tarea de recopilar sus
artículos luego de su muerte, favor que me había pedido meses antes
porque había perdido sus copias en un daño de su computadora y porque
no tenía acceso directo a internet en La Habana. Compilamos los
artículos, al parecer todos, en un libro que no ha visto la luz,
aunque fue colgado en pdf en algún portal. Denominamos el libro
"Escritos Políticos (2003-2008)" y contiene casi 600 páginas. Lo que
sigue más abajo, es la presentación que hicimos a esa compilación.
En estos diez años han pasado tantos acontecimientos sobre los cuales
no podemos evitar preguntarnos qué habría dicho Celia: sobre la muerte
de Fidel Castro, sobre el restablecimiento de relaciones diplomáticas
con Estados Unidos, sobre los cambios constitucionales y la dirección
del Estado y del PCC, sobre los acuerdos de paz de Colombia, sobre la
crisis del Proceso Bolivariano, sobre el encarcelamiento de Lula y el
golpe contra Dilma, sobre la represión del gobierno de Daniel Ortega a
los jóvenes nicas. Añoramos sus siempre sabias reflexiones.
Panamá, septiembre de 2018)
Para quien quiera comprender a cabalidad los interesantes años de la
primera década del siglo XXI, en América Latina, es obligada la
lectura, o relectura, de los Escritos Políticos (2003 - 2008) de Celia
Hart Santamaría.
Celia, quien falleciera en un trágico accidente en La Habana, en
septiembre de 2008, fue durante un lustro una de las escritoras
políticas más leídas y prolíficas del continente gracias a la magia de
la internet, por la que llegaba a un público internacional, burlando
el bloqueo cultural, político, económico y mediático que se cernía
sobre su querida isla revolucionaria, Cuba. Los periódicos digitales
Rebelión, Aporrea y Kaosenlared guardan secciones especiales con sus
artículos.
Celia, tiñó sus escritos con una frescura y calidez humana de la que
suelen carecer los analistas políticos más reputados, sin que ello
menguara para nada la profundidad de su pensamiento. Por el contrario,
ese carácter abierto, a veces jocoso, a veces airado, pero siempre
optimista y nunca neutral, le permitía la transmisión de su mensaje
con una efectividad nunca alcanzada por las "plumas" fríamente
analíticas.
Muchos nos acercamos a sus ensayos movidos por la curiosidad: "una
tortskista cubana" y, para colmo, "hija de dos dirigentes de primera
línea de la revolución", Haydée Santamaría y Armando Hart. Era la
comidilla en las tertulias. Había que leerla. La mórbida curiosidad se
fue transformando en respeto, conforme la conocíamos y ella misma
maduraba con cada página. Otros, los menos, no vacilaron en sus
críticas e imprecaciones, que nunca hicieron mella en ella y, por el
contrario, las asumía con el estoicismo de su compromiso
revolucionario.
Ella misma nos ha contado cómo se hizo trotskista al llegar a La
Habana, a mediados de los años 80, decepcionada de la República
Democrática Alemana, donde había estudiado física, y cómo su padre
abrió un anaquel en el que guardaba bajo llave algunos libros de León
Trotsky, los cuales le entregó para ayudarla a comprender y superar su
crisis de convicción.
Pero esas lecturas le tomarían todavía algún tiempo para que
fermentaran en su mente y florecieran en el compromiso político cabal
que asumió con sus artículos. El más antiguo de los cuales, que hemos
podido encontrar, data de diciembre de 2003, publicado en inglés por
la corriente The Militant ("The flag of Coyoacan"). Desde su título es
una reivindicación del revolucionario ruso.
Madurez que le llegó en México, no por casualidad, donde hizo su
doctorado y entró en relación con diversas corrientes trotskistas
(llegó a conocerlas a todas), pero principalmente con la encabezada
por Allan Woods, con quienes se relacionó estrechamente al principio y
quienes le publicaron sus primeros artículos en el periódico El
Militante y a quienes agradeciera en una emotiva carta, poco tiempo
después, el que le ayudaran a encontrar su verdadera vocación.
La médula del trotskismo de Celia Hart se encontraba en su convicción
de que el futuro de la Revolución Cubana estaba asociado al proceso
revolucionario mundial y continental. En ese sentido, era plenamente
consciente de la imposibilidad del "socialismo en un solo país", que
fue el centro de la crítica de León Trotsky contra el régimen de José
Stalin en la URSS.
Por esa razón Celia vio con entusiasmo los nuevos movimientos
políticos que estremecieron a Latinoamérica a fines de los años 90 e
inicios de la siguiente década. Para ella, la esperanza renovada de la
Revolución Cubana, y la superación de los duros años del "período
especial", estaba en la Revolución Bolivariana encabezada por el
presidente Hugo Chávez, en Venezuela.
La entrada en escena de las masas populares latinoamericanas, luego
del interludio neoliberal y la depresión de la izquierda post "caída
del Muro"; las grandes luchas sociales de la segunda mitad de los 90
en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, México inclusive; y el
consiguiente triunfo electoral de nuevas direcciones políticas que
expresaban a su manera estos procesos (Hugo Chávez, Evo Morales,
Rafael Correa, etc.); representaron para Celia Hart la convicción de
que el proceso revolucionario latinoamericano seguía vivo y que la
Revolución Cubana tenía futuro.
Dos figuras históricas simbolizaban la reivindicación de la revolución
socialista como un proceso internacional, necesariamente solidario y
consecuentemente antiimperialista: León Trotsky y Ernesto Che Guevara.
De la reivindicación de sus aportes y la simbiosis de los mismos, hizo
Celia su eje de trabajo.
Celia se estrena y se convierte en un referente obligado con "El
socialismo en un sólo país y la revolución cubana", publicado el 11 de
mayo de 2004, en el que hace una comparación entre los fracasados
regímenes de Europa del Este y la Revolución Cubana (siempre la
escribió con mayúscula). Allí se marca con claridad el eje de su
aporte: la Revolución Cubana pervive, contrario a los regímenes de
Europa oriental y la URSS, porque se mantiene fiel a los principios de
la Revolución Bolchevique.
En ese ensayo también aborda el paralelismo entre sus dos figuras
históricas fundamentales: el Che y León Trotsky (a los que hay que
agregar Martí y el propio Fidel). Dice: "No creo que exista una
aplicación práctica más consecuente de la revolución permanente" que
la realizada por el Che al dejar Cuba para seguir combatiendo por
otras revoluciones en otros países.
A Celia le impresionó mucho la similitud de ideas entre Che y Trotsky
a propósito de la economía de transición al socialismo. Admiró de
manera particular el libro de Carlos Tablada: Ernesto Che Guevara,
hombre y sociedad. El pensamiento económico del Che, el cual le tocó
el honor de prologar en una edición posterior ("Un libro salvado del
mar", 16/6/05).
Ver la Revolución Cubana bajo el prisma del trotskismo, superando las
meteduras de pata del "posadismo" de los años sesenta, o de
trotskistas de verdadera talla, pero cuyas visiones sobre la isla
revolucionaria siempre parecieron incompletas (como Ernest Mandel,
Pierre Lambert o Nahuel Moreno), hizo de Celia Hart Santamaría un
referente obligado.
Esta perspectiva aportada por Celia se mantuvo constante y alcanzó
mayor profundidad en posteriores artículos, de los cuales me parecen
los más relevantes: "La defensa de Cuba pasa por la revolución
socialista en Latinoamérica y el mundo" (8/10/04), "Welcome...
Trotsky" (25/8/05), "¿Fue el Movimiento 26 de Julio un Partido
Comunista?" (19/6/05), "Profundizar la revolución socialista: única
vía de salvarla" (13/12/05), "Reflexiones trotsko-guevaristas de una
cubana" (18/5/07) y "El Che, Trotsky y mi reflexión favorita de Fidel"
(15/9/07).
En estos ensayos se aborda, más que una perspectiva hacia el pasado,
un agudo análisis del presente y un programa o curso de acción para
vencer los problemas que enfrenta Cuba socialista.
Celia Hart le entró sin miedo al debate actual, abierto por la propia
dirección del PCC, sobre la economía cubana y qué curso seguir,
tomando partido contra quienes abogan por una apertura al mercado,
siguiendo el modelo chino: "¡Que el Che nos agarre confesados a 40
años de su asesinato! Si es que nos meten el cuento chino (chino con
toda la intención de la palabra), de que trabajar bajo los resortes
mercantiles... es la vía para construir la nueva sociedad" ("El Che,
Trotsky y mi reflexión favorita de Fidel").
Contrariamente al "socialismo de mercado", Celia, cita profusa y
reiteradamente a Trotsky y al Che para sostener que el momento exige
mayor planificación centralizada, máxime si se abren ciertas áreas a
la economía de mercado. Por otro lado, ella comprende claramente que
el futuro socialista de Cuba no está en el aislamiento ("el socialismo
en un solo país", como sostienen los estalinistas), sino en la
extensión del proceso revolucionario a otros países. Seguramente por
eso se hizo trotskista y encontraba una complementariedad entre lo
propuesto por Trotsky el Che.
La preocupación frente a una posible restauración capitalista en Cuba
también fue persistente en ella y ocupó el centro de sus escritos
últimos, como en "El signo de los cambios... en Cuba" (7/7/08) y en
"Cuba, en marcha revolucionaria... y sin Fidel" (26/8/08) escrito para
Revista de América, publicación de vertiente morenista, con quienes se
relacionó en el último año de su vida, en especial a partir del
referendo constitucional venezolano de diciembre de 2007.
Sin embargo, es necesario tener presente que cualquier opinión y
perspectiva crítica de Celia siempre tuvo como marco el propio proceso
revolucionario cubano. Siempre se ocupó de dejar en claro que sus
opiniones "totsko-guevaristas" se hacían desde el tronco mismo de la
revolución dirigida por Fidel y bajo su conducción política. Y jamás
permitió que pudieran ser utilizadas por los enemigos externos y los
"gusanejos" de Miami, como los llamó.
Al respecto es ilustrativa la nota que envía al diario El Clarín de
Buenos Aires, el 29 de agosto de 2008, poco antes de su muerte, en el
que deja claro, entre otras cosas, que: "Los dirigentes comunistas
cubanos que han llamado a cambios dentro de la revolución, con vista
al próximo Congreso del PCC son Fidel Castro y Raúl Castro..." ("Lo
que no dice Clarín").
Celia también nos trazó múltiples retratos de las figuras prominentes
de la Revolución Cubana, muchos de ellos cargados de anécdotas vividas
por ella misma, no sólo sobre sus propios padres, Haydée y Armando,
sino también sobre Celia Sánchez, Vilma Espín, su tío Abel, el propio
Che y, como no... Fidel.
Ella solía decir que, lo que más le molestaba, fue que le quitaron su
carnet del Partido Comunista de Cuba cuando se hizo trotskista. "¡Mi
carné firmado por Fide!l", exclamaba. Porque ella era del partido de
Fidel, al menos mientras él viviera. Su "fidelismo" incondicional, sin
duda, era herencia directa de Haydée.
Los artículos de Celia constituyen una fotografía, o para usar una
mejor metáfora, una toma (fílmica), de la Latinoamérica de esta
primera década del siglo XXI. En ellos se siguen y reflexionan los
momentos más conmovedores del proceso revolucionario bolivariano de
Venezuela, dirigido por Hugo Chávez, que tanto ha influido a la
presente generación. Ella lo siguió paso a paso, desde el referéndum
revocatorio de 2004 ("El 15 de agosto tomamos el Palacio de Invierno")
hasta el referéndum constitucional de diciembre de 2007, al que le
dedicó varias notas ("Sobre medusas, caracoles y Venezuela").
Su declarada admiración por la Revolución Bolivariana, en algún
momento dijo que las revoluciones cubana y venezolana eran como "un
sistema doble de estrellas" (no olvidemos que era física de
profesión); así como su afecto hacia el presidente Chávez, no le nubló
nunca la razón, ni le impidió criticarlo cuando, por ejemplo, éste
señaló que la lucha armada de las FARC en Colombia constituían un
método pasado de moda ("El sacrificio de los hombres no se mide por
las revistas de moda. Una nota para el camarada Hugo Chávez").
En la hora oscura que vive Colombia bajo el régimen de Álvaro Uribe
Vélez, mientras muchos renegaban de las FARC, Celia mantuvo su apoyo
moral a los legendarios guerrilleros, dedicándoles sus reflexiones en
los duros momentos del asesinato de Raúl Reyes y la muerte de Manuel
Marulanda, Tirofijo. Al momento de su muerte planeaba un viaje a
Caracas, donde se inauguraría un monumento en homenaje al máximo
dirigente de las FARC.
Su honestidad revolucionaria se evidenció con claridad al defender a
Ernesto Cardenal de los arteros ataques del gobierno de Daniel Ortega
y, su crítica al sandinismo reciclado ("Elecciones rosa en Nicaragua",
artículo que dedicó a la memoria de Carlos Fonseca), le costó que le
negaran la visa para entrar a ese país en julio de 2008.
El conjunto de artículos de Celia Hart Santamaría, compilados aquí
bajo el título de Escritos Políticos (2003 – 2008), con toda seguridad
serán de provecho para sus lectores, pues constituyen una escuela
política ilustrativa y amena. Hemos procurado hacer las menores
correcciones posibles para mantenernos fieles a su estilo, más marcado
por los apuros del momento político que requería respuesta inmediata,
que por la pulcritud del escritor de gabinete. La forma en que Celia
hacía las citas bibliográficas constituyó un reto especial, pero hemos
preferido dejarlas en lo posible tal cual.
La compañera Celia, sin duda, como cualquier ser humano tendría muchos
defectos y debilidades, pero todos ellos se empequeñecen al lado de
sus tremendas virtudes. Para ella, lo decía con orgullo, el ejemplo de
sus padres, de su tío Abel, de la valerosa generación del Moncada y,
por supuesto del Che, marcaban la pauta moral de comportamiento que
debía seguir un revolucionario consecuente. Ella vivió bajo esos
criterios.
Por eso la muerte la encontró redactando, la madrugada del infausto 7
de septiembre, una resolución de Revista de América en apoyo a los
cinco cubanos presos en Estados Unidos.
Esta compilación de Escritos Políticos (2003 2008) evidencia que Celia
Hart Santamaría fue más que una brillante escritora, fue una
consecuente militante revolucionaria que usó la palabra como un arma
de combate.
Olmedo Beluche
Panamá, enero de 2009
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