DEL PROCESO A LA CENTRO Y DE ALLÍ AL MACRISMO
Aportes para conocer la biografía o prontuario de Carrió
En la figura de la diputada de la CC se resumen otras trayectorias de políticos descarriados. Nacen en un partido, se corren a otro del medio y culminan en sus antípodas. Muchos de sus votantes ignoran ese prontuario.
EMILIO MARÍN
Elisa Carrió ha cambiado en forma y no sólo física, desde esa hermosa mujer que fue reina de Belleza en Resistencia hasta la matrona de buen comer que trata de disimular sus formas.
El cronista -para quien también pasan y pesan los años- no se refiere a esa clase de mutaciones sino a las políticas. Carrió es un ejemplo de vuelcos de una postura a otra muy diferente y más tarde a una aún más opuesta. Para algunos observadores, macristas, se trataría de un progreso y aprendizaje. Que el lector juzgue.
De padre conservador y madre radical, esta abogada de 61 años nació en Chaco. Le tiraban las leyes y el derecho, una orientación vocacional interesante. Ella, que se recibió a los 21 años en la Universidad Nacional del Noreste (UNNE), no abrevaba en una línea democrática. Fue funcionaria de la dictadura militar, a partir de febrero de 1978. El interventor del Chaco, General de Brigada Antonio Serrano, la nombró asesora de la Fiscalía de Estado por decreto provincial 72. Hizo una rápida carrera porque en agosto de 1980 fue nombrada Secretaria de la Procuración del Superior Tribunal de Justicia de esa provincia. Y se la premió en octubre de 1982 con otro ascenso, en medio de objeciones de quienes se quejaban por no haberse respetado la carrera judicial. La funcionaria tenía los favores de su tío, el teniente coronel Ormaeche, jefe del Regimiento Chaco. Elisa no era la única funcionaria del proceso; su madre, María Elisa Rodríguez de Carrió, fue subsecretaria de Educación desde diciembre de 1978.
¿Acaso esa provincia era un rara avis democrática en el terrorismo de Estado? No. En diciembre de 1976, por ejemplo, 19 presos políticos (13 sacados de la cárcel) fueron fusilados en Margarita Belén. La asesora de la fiscalía no investigó los hechos, ni en ese momento ni en los años transcurridos hasta el juicio y sentencia de esa masacre, en 2011.
Hacia el centro
Con el advenimiento de la democracia, Carrió empezó a militar en la UCR y se mudó a la Capital, con una posición de centro. Es que pertenecía al radicalismo alfonsinista. Cuando sobrevino el Pacto de Olivos entre Carlos Menem y Raúl Alfonsín, fue muy crítica porque era obvio el propósito acuerdista por la reelección del hombre de Anillaco.
Ella permaneció en la Constituyente de Santa Fe, aún sin tratar los núcleos de ese acuerdo espurio y reeleccionista. Otros, como el obispo neuquino Jaime de Nevares, del Frente Grande, renunció el primer día.
Al final de esa década, y ya en las puertas de la gran crisis del 2001, cuando se incendiaba el gobierno de la Alianza -del que había sido crítica- Carrió buscó nuevos horizontes políticos. Fundó el ARI junto con desencantados de otras fuerzas, como el maestro Alfredo Bravo, quien la presenta en la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, salteando aquel ominoso capítulo chaqueño. De allí fue expulsada en 2009 por calumniar a las Abuelas.
En ese lapso de su vida política ella integró el Frente Nacional contra la Pobreza, que impulsó una consulta contra la pobreza pocos días antes del estallido de diciembre de 2001. Allí se pedía asignación contra la pobreza, asignaciones familiares y otros beneficios para un segmento muy amplio debajo de la pobreza (50 por ciento llegó a esa dramática situación).
En esos meses Carrió evaluaba con Luis Zamora, abogado de origen trotskista de Autodeterminación y Libertad, y Víctor De Genaro, líder sindical de ATE que cavilaba sobre su desembarco político, conformar una fuerza nueva. En tiempos de crisis los viejos aparatos agonizan bajo una montaña de votos y nuevos partidos ven la luz a pesar de su pequeñez.
Giro a la derecha
En esos años de centro y centroizquierda la miembro de la APDH hablaba de los DD HH, de la situación de los pobres, condenaba a Menem, Eduardo Duhalde, los dirigentes radicales y al debutante Mauricio Macri.
En 2003 compitió por las presidenciales y le fue mal, llegando en quinto lugar, aunque en la Ciudad de Buenos Aires obtuvo 19,8 por ciento, la segunda posición. Había competido por Argentina República de Iguales, con aliados que fue perdiendo con el tiempo, por ejemplo Patricia Bullrich que se fue hacia el PRO en 2007.
De todas maneras, en ese año volvió a tentar suerte y aunque sufrió una dura derrota a manos de Cristina Fernández de Kirchner, que tuvo el 45 por ciento, la matrona del ARI-Coalición Cívica, llegó segunda, con el 22, algo más de 4 millones de votos.
Entre ese 2007 y las legislativas de 2009, más lo ocurrido en los presidenciales de 2011, Carrió tuvo pésimos resultados electorales y se ancló bien a la derecha del espectro.
En 2009, por caso, ya se había peleado con Margarita Stolbizer, que salió del ARI para fundar el GEN; también había roto puentes con los radicales y Hermes Binner y los socialistas santafesinos.
Ricardo Alfonsín, por ejemplo, dijo que Carrió y su padre eran muy honestos, pero que éste además era muy buena persona. Un palo a la honorabilidad de quien siempre presumió de ser la custodia de la República.
En las legislativas de 2009, ganadas en conjunto por el llamado "Grupo A", la chaqueña entró arañando votos, como tercera candidata del Acuerdo Cívico y Social, detrás de Prat Gay y Gil Laavedra.
En ese desbarranque, lo más ridículo le ocurrió en las presidenciales de 2011, cuando obtuvo 1,8 por ciento de los votos, en el último lugar, detrás de Jorge Altamira, del PO.
Carrió no estaba muerta. Sacó fuerzas de su resentimiento político y la recomposición que la derecha tuvo a partir de la inyección que supuso la victoria de la oligarquía sojera en julio de 2008. Y también, sería necio no admitirlo, de los errores cometidos por los gobiernos kirchneristas, algunos casos de corrupción y pésimos gobiernos como los 8 años de Daniel Scioli en Buenos Aires.
Denunciadora serial
Carrió se ganó el mote de denunciadora serial, mezclando peras con manzanas. Algunas eran verosímiles, como la valija con 800.000 dólares de Antonini Wilson supuestamente para financiar la campaña de 2007 de CFK.
Otras denuncias eran puras mentiras, como cuando calificó al gobierno K de "fascista" y de ser una "dictadura". En mayo de 2014 reclamó a Cristina que devolviera la herencia de 10.000 millones de dólares mal habidos de Néstor Kirchner. Nunca hubo tal herencia. Ni siquiera para el "alias Block" que tiene a la expresidenta atosigada de procesos inventados.
Otro que sufrió sus diatribas fue Aníbal Fernández, acusado en enero de 2010 de ser el jefe de la mafia de las drogas y armas. Seguramente el exministro accionó en la justicia por esas calumnias, pero el ritmo de Comodoro Py para quienes acusan a Carrió no es el mismo de cuando ella es la acusadora.
No siempre la cosa le sale bien. Años atrás debió retractarse en el juzgado de María R. Servini de su acusación de jefe del narcotráfico contra Eduardo Duhalde. Difícilmente Fernández le acepte las disculpas, porque lo manchó mal y lo lastimó de cara a las elecciones a gobernador de Buenos Aires.
Otras veces sus amenazas tienen éxito, lo que no significa que sean ciertas. El 1 de junio de 2016 les prometió a Marcelo Bonelli y Edgardo Alfano, de "A dos voces" (TN): "me voy a ocupar que De Vido esté preso". Se salió con la suya, claro que con la ayuda de Clarín y el grupo judicial colonizado por el macrismo.
Mano derecha de Macri
Macri tiene de mano derecha a Marcos Peña y de gurú a Jaime Durán Barba, pero desde otro ángulo su gran socia es Carrió. En 2013 ella había competido con un nuevo sello "UNEN" y ganó las legislativas de Capital, entrando como diputada y Fernando Solanas como Senador. Pero menos de dos años después ese espacio se rompió porque no quisieron seguir los pasos de Carrió, de hacer una alianza con el PRO y la UCR de Ernesto Sanz.
Así fue en 2015. La Coalición Cívica ya no tenía a Macri como su "límite moral" sino como su más estrecho aliado, situación que dura hasta hoy y en cuyo transcurso la matrona pudo reencontrarse con aliados suyos como Prat-Gay y Bullrich.
Sus denuncias son muy sesgadas. A Macri no lo imputó por sus empresas en los Panamá Papers sino que, en forma muy condescendiente, en junio de 2016 sugirió que "debía explicar la cuenta de Bahamas".
Que Carrió secunda al gobierno aún en sus peores empresas se vio en la desaparición de Santiago Maldonado. Dijo en "A dos voces", que había 20 por ciento de posibilidades que el joven estuviera vivo en Chile. Eso fue el 11 de octubre. Y cuando el cuerpo fue encontrado, el 17, en Los Leuco, también de TN, que aquel estaba congelado "como Walt Disney".
Tras la victoria en Capital, donde tuvo el 50,93 por ciento de los votos, Carrió pidió revisar los juicios a los genocidas porque algunos habrían sido condenados sin pruebas. En esa postura negacionista retomaba sus declaraciones del 15 de enero de 2011, cuando propició que a todos los genocidas mayores de 70 años se les concediera prisión domiciliaria. "Ni un viejo en la cárcel", dijo, en regresión a sus peores tiempos de funcionaria judicial de la dictadura. Que las señoras bien de Recoleta la voten, se entiende, no así que lo hagan la clase media y baja, ignorando su prontuario.
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Sergio Ortiz
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