NO ES PARA ARCHIVAR E IRTE A DORMIR PORQUE YA HAS CUMPLIDO. FALTA UN TRAMO TODAVÍA./// Ilka Oliva Corado y "La Yegua"///
Carta abierta a Cristina Fernández de Kirchner
El día que estuviste en Arsenal, mientras hablabas a las multitudes, yo conducía por las calles de Chicago, estaba en el trabajo y mi empleadora me había enviado a hacer un mandado, le puse los audífonos al teléfono celular y escuché vía Facebook tu reivindicación política; me tuve que estacionar de emergencia cuando presentaste al joven boliviano que trabajaba en el corte de verduras; lloré como niña, sentí que con él nombrabas a todos los jornaleros de todos los tiempos. En su mirada de inmigrante se reflejaba la añoranza de miles, también la mía.
Quise escribir sobre tu pronunciamiento en Arsenal pero no lo hice hasta el viernes 23 de junio, y el texto se titula "Cristina y su terquedad de yegua", yo quería contar que en mi pueblo natal, ser yegua es una honra y con eso honrarte a vos. Nunca imaginé el alcance que tendrían esas letras, he recibido cientos de mensajes de lectores argentinos, que te aman, y que agradecen ese texto. Entre quienes me escribieron me dijo alguien que podría hacer llegar a tus manos algún mensaje que quisiera enviarte. Bueno, vos no me conocés pero no acepto trato preferencial, no sería justo, entonces decidí escribirte estas líneas y que lleguen a vos cuando tengan que llegar, porque estoy segura que llegarán a su destino.Solo los inmigrantes sabemos lo que es vivir en casa ajena. Y ni te digo de los indocumentados, llevo 14 años viviendo sin documentos en Estados Unidos y trabajando en los mil oficios. Lo que me quebró fue verte a vos, junto a él, de igual a igual, nombrándolo, como ser humano, como ente de cambio, y vos ahí con un proyecto de gobierno y de sociedad que trate a todos por igual con los mismos derechos y oportunidades de desarrollo, ese fue un acto de consecuencia política y humana.
Nací en Guatemala, en el departamento de Jutiapa, en el municipio de Comapa, en el oriente, y crecí en un arrabal, vendiendo helados en el mercado, un arrabal al que yo defino como mi gran amor, porque le dio raíces profundas a mi vida y es la médula espinal de mi visión política, se llama Ciudad Peronia.
¿Qué tiene que ver una guatemalteca viviendo en Estados Unidos con la política argentina? Bueno, la Patria Grande es una sola, sin fronteras, y gracias a vos y a Evita yo me siento argentina y sé que un día, más temprano que tarde iré a caminar por las calles empolvadas de la Suramérica que tanto amo.
Quiero decirte que como miles de mujeres en Latinoamérica y el mundo, me siento honrada de estar viviendo este tiempo y ser contemporánea a la era de una mujer que reescribió la historia de Argentina y de la mujer en la política latinoamericana. Con todos los honores deberías estar descansando, pero has decidido seguir por el camino más empinado, como siempre, apostándole a la adversidad para lograr de nuevo, abrazar las utopías y convertirlas en sonrisas y alegrías en los rostros de los más golpeados de las clases sociales.
Te escribo estas letras, con admiración y agradecimiento, sos uno de mis grandes amores, porque me hacés soñar con un mundo más humano, en el que todos sin distinción seamos vistos como iguales.
No creo que la vida me dé la oportunidad de conocerte en persona, pero por lo menos estoy segura que estas letras van a llegar a vos, y sentí con ellas el amor, el agradecimiento, la admiración y la convicción de millones de personas alrededor del mundo, que te amamos. Porque a personas como vos se les ama con toda el alma y es natural porque amor con amor se paga.
Te vamos a volver a ver de presidenta de Argentina, y retumbarán los mares, y los ocasos color flor de fuego destilarán poesía, y vamos a celebrar de nuevo los días felices. Porque volverán, volverán. Y tu nombre, que ya está escrito en la historia, pasará de boca en boca, de generación en generación, como un mito y una proeza de una mujer que se atrevió a hacer patria.
Para lo que ordenés aquí estoy, mi presidenta hermosa.
Ilka Oliva Corado
------------------------------
De una paria de los arrabales más inhóspitos
"Modestia aparte, Cristina además de mujer es yegua y morocha, (como dicen los argentinos) vaya que ya quisieran muchas ser yeguas como ella. En mi pueblo, que queda en el oriente de Guatemala y que colinda con El Salvador, árido como él solo, en aquellos cerros yermos, es común que uno al referirse a una mujer diga yegua o potranca, nadie se ofende, porque no se dice para ofender, es un halago y una afirmación. Son honores que solo la gente de pueblo agradecemos. Pero claro, uno tiene que convivir con los animalitos (que son nuestra familia) para entender el contexto, nadie de la capital lo entendería. Porque nadie que no ha convivido con ellos conoce su naturaleza. La mujeres en esencia somos muy parecidas a las yeguas.
Cristina y su terquedad de yegua.
Entonces a mí me dicen que Cristina es una yegua y yo lo afirmo y lo aplaudo, ¡qué yegua! Repito, ya quisieran muchas…
Una yegua que cautiva, Cristina tiene ese poder de convocatoria impresionante, sus palabras deslumbran y convencen, porque tienen la fuerza de las manadas de potrancas salvajes que galopan libres en los montes. No hay tranca que las detenga, ni abismo, ni tormenta que las asuste. Porque son yeguas, ni más ni menos.
Me enamoré de la política suramericana gracias a Cristina y Evita, ambas me hacen sentir argentina, porque soy una más de los descamisados de Evita y una paria de los arrabales más inhóspitos.
Cristina demostró con hechos que "la patria es el otro". Porque de la oratoria a la acción con ella no hay diferencia, palabra que dice la cumple y eso en política es algo extinto. Dijo que siempre estaría y lo cumplió, no se fue, ha permanecido, está ahí, al frente con un objetivo: reconstruir de nuevo a Argentina. Y lo hará, de los escombros la volverá a levantar porque ya lo hizo una vez. Y porque es necia como las yeguas.
Cristina es ese tipo de persona que no se rinde, y que incita a otros a no hacerlo, a no doblar las manos, ella impulsa, es generadora de energía, es una luciérnaga en medio de la oscurana. Tiempos difíciles se viven en Argentina y ella sigue convocando a multitudes con su sola presencia. Para muchos debió estar vencida, olvidada, pero al contrario, ella es una institución, un río crecido, es una flor, siempre fresca y deslumbrante como los girasoles de verano al medio día; de pie, siempre viendo de frente al sol.
¿Qué tiene Cristina que la siguen multitudes? Esencia y transparencia. Un ser sin alma es como una tormenta que se quedó estéril, en el amago de una pasada de nube. Es un frijolar lejos del pie del milpal: que crece débil y marchito. Cristina, Cristina es una montaña reverdeciente en los primeros días de primavera. Cistina es el canto del jilguero en patio de casa de pueblo.
¿Qué tiene Cristina que la siguen multitudes? Nada especial, es humana. Y porque amor con amor se paga. La veremos nuevamente de presidenta, reescribiendo la historia de Argentina, para orgullo de las mujeres y las yeguas, y perdón por el ego, pero modestia aparte, para orgullo de las morochas."
Ilka Oliva Corado
P. D.: en el adjunto, algunos datos biográficos. Meras coincidencias con cabecitas negras. Entre los que estamos. No dejes de leerlos. Y de comentar y difundir. . . como siempre.
AACsuPORTAFOLIO//CULTURALES.Libros.Música.Cine.AUTORES/Arte y Pueblo en Argentina y América Latina/2017 VI 17 GUATEMALTECA Ilka Oliva Corado nació el 8 de agosto de 1979
Escritora y poetisa, Ilka Oliva Corado nació en Comapa, Jutiapa, Guatemala, el 8 de agosto de 1979
De niña recuerdo que después de vender helados en el mercado los fines de semana, regresaba a la casa al filo de las dos de la tarde (entre semana a las 12:30, porque a la 1 entraba a estudiar) y agarrábamos camino con mis amigos, costal en la mano cada uno, a recoger basura de casa en casa para ir a tirarla al barranco, nos pagaban 25 centavos por costal.
Con mi hielera al hombro corría atrás de los autobuses suplicándoles a los pilotos que me dejaran subir, para vender mis helados, al pedalazo me subía y me bajaba porque nunca detenían la camioneta completamente.
Corríamos a escondernos del cobrador del mercado porque todos los días quería tirarnos los helados a la basura, estorbábamos en el corredor. Nos juntábamos a las 3 de la mañana en la esquina de la cantina Las Galaxias, para agarrar camino hacia La Fresera, finca que quedaba a las orillas de la aldea Zorzoyá, en San Lucas Sacatepéquez, caminábamos 20 kilómetros de ida y 20 de regreso, entre las montañas verde botella. Allá éramos jornaleros y trabajábamos de sol a sol en el corte de fresas. Yo tenía 8 años entonces.
Un día dijo mi mamá que sería buena idea ir a vender pupusas, helados y atoles y así lo hicimos. Mi papá y mi mamá con su hielera cada uno y las dos hijas mayores con la nuestra, dejábamos todo fiado para cobrar a fin de mes. Aquellos guindos y aquellas arboledas, fueron testigos de nuestro cansancio físico, de nuestra ilusión.
Cuando llegaba fin de mes y no tenía para pagar la colegiatura, en la aborrotería de la esquina del bulevar central y la calle Eúfrates, pedía fiado un doble litro de Coca Cola, mientras ofrecía los helados en el mercado, hacía papelitos con números y me iba de puesto en puesto, a ofrecerles a los vendedores los números para la rifa de un doble litro de gaseosa; a veces a diez centavos y otras a veinticinco. Gastaba Q(*) 2.50 y me quedaban Q 2.50 y cuando tenía suerte Q 5.00
Para las navidades hacía adornos navideños, con el papel celofán, manila y crepe que pedía fiado en la miscelánea de Juan, otro vendedor del mercado. Los hacía por las noches después de haber acabado del oficio en la casa, a la mañana siguiente los llevaba a vender al mercado, a cincuenta centavos, un quetzal y ahí iba juntando para mi inscripción, el uniforme, para los zapatos o los útiles. Copiaba los diseños de los adornos que miraba en al televisión en los anuncios de Navidad.
Por las tardes al filo del anochecer íbamos a vender pupusas de chicharrón y atol, al destacamento militar, caminábamos cinco kilómetros, de ida y cinco, de vuelta. Más de una vez trabajé de ayudante de albañil y de ayudante de zapatero.
Cuando mi papá era piloto de autobús y no tenía ayudante, me llevaba a mí, yo era la cobradora, la que subía los quintales en el hombro, a la parrilla. Y me colgaba de la puerta de la camioneta, columpiándome y gritando, ¡Terrazas, Ciudad Peronia, La Fuente! Eso fue en mi adolescencia.
Cuando estudié magisterio, a las cinco de la mañana les pedía prestados cinco quetzales, a mis tías o a las vecinas, para el pasaje y para comprar naranjas en el mercado La Placita, a la hora del recreo las vendía peladas, con pepita y sal, a las 9 de la noche iba a devolver el dinero que me habían prestado en la madrugada.
Mi infancia y adolescencia me la pasé con una mudada y un par de zapatos. De los sostenes supe hasta cuando ya tenía zarazas las tetas. De las toallas sanitarias hasta que tuvimos dinero para comprarlas. El desodorante y la pasta dental eran lujos de dos veces el año. Usábamos limón como desodorante y sal y ceniza para cepillarnos los dientes.
Dormíamos las cuatro crías en una cama de metal con la pata coja, un poncho de Totonicapán y una sábana de Tierra Fría, nos cubrían de sereno de la madrugada que goteaba de la lámina. Un pedazo de tela, como cancel, nos separaba del cuarto de mis papás, de la sala y la cocina, que eran uno solo en aquella casa de mi infancia.
Las ventanas las tuvimos de cartón, cajas que nos regalaban en el mercado, cuando no estaba construido y los vendedores ponían sobre unos costales sus ventas, sobre el suelo. El piso de talpetate por donde caminaban gallinas, cabras, patos, perros y de cuando en cuando los marranos.
Cuando emigré, el primer día de trabajo me caí por las gradas del sótano de una mansión de judíos, me enredé con el cable de la aspiradora, en mi vida había visto una animala de esas, desperté tirada en el suelo, empapada de cloro; el bote que llevaba en la mano se destapó con la caída y me manchó la ropa, una mudada que con gran esfuerzo habíamos comprado en una tienda de ropa usada, porque a Estados Unidos llegué con lo puesto. Estaba ahí tirada al final de las gradas alfombradas, rodeada de gente a la que veía borrosa y que me hablaba y yo no entendía lo que me decían, yo no entendía ni el saludo en inglés y mucho menos lo hablaba. Así fue mi bienvenida al trabajo del servicio doméstico.
Yo no olvido, las tantas veces que el cobrador del mercado nos perseguía, para tirarnos los helados. Ni las innumerables ocasiones que corrí atrás de los autobuses y las tantas que me caí intentando ganarme el sustento. No olvido las tantas veces que me discriminaron, por negra, por paria, por arrabalera, por vendedora de mercado. No olvido el olor de la basura que cargaba en mis hombros de niña, en camino al barranco. Ni las tantas veces que el cansancio nos venció a media montaña en camino a La Fresera. Ni los insultos del caporal, ni la explotación laboral que nos hacía el dueño de la finca. No olvido las tantas veces que no nos pagó la medida en su peso cabal.
No olvido las tardes en camino al destacamento, entre las hortalizas y el musgo blanco de los cipreses del caminón, el dolor de la espalda por el peso del atol, de los plátanos fritos, de las pupusas de chicharrón, los chocobananos y los helados.
No olvido las veces que pedí fiado para comer, ni las veces que toqué puertas ajenas en la madrugada para pedir prestado para ir a estudiar.
No olvido la frustración, el cansancio, el dolor, la rabia, la amargura, la miseria, la exclusión que me viví.
No olvido los sueños rotos, las puertas cerradas en mi nariz, no olvido las tantas veces que me gritaron negra percudida, por mi color de piel. Ni las tantas que el agua del invierno entró por la suela de mis zapatos. Ni las calcetas remendadas, ni las tripas chirriando de hambre, nuestras escases. No lo olvido.
Como no olvido a quienes parias como yo, compraron los numeritos de las rifas del doble litro de Coca Cola, ni a los vendedores de la abarrotería que me los dieron fiados. Ni a los vendedores de mercado que escondían las hieleras cuando el cobrador nos buscaba. Ni a los soldados rasos que nos compraban en el destacamento y nos acompañaban en la noche, en el camión para cuidar que no nos pasara nada.
Yo no olvido, de dónde vengo, yo no olvido, de qué estoy hecha. ¿Por qué entonces debería negar que soy paria? ¿Por qué debería negar mi memoria? ¿Olvidar a quienes, parias como yo, me metieron el hombro para que yo estudiara y saliera del corredor del mercado? A los pilotos de autobús que me dejaban subir a vender mis helados. A los jornaleros de La Fresera que compraban lo que llevábamos a vender. ¿Por qué ahora debería fanfarronear con que soy escritora y poeta? ¿Por qué ahora debería olvidar a quienes me vieron cuando fui completamente invisible para la sociedad?
¿Por qué ahora descaradamente me pondría etiquetas que no me corresponden? ¿Por el nombre de otros? ¿Por la luz de otros? En la invisibilidad de la miseria y la exclusión, también hay vida, sueños, luchas, solidaridad. Y es ahí a donde yo pertenezco.
Y cuando digo paria, reafirmo mi herencia milenaria, mi memoria y mi identidad. Reafirmo que soy vendedora de mercado. ¿Por qué tendría que negar la dignidad de los excluidos de todos los tiempos? A ellos mi letra, mi vida y mi poesía. Lo demás son babosadas.
En otro viaje, contaré por qué no soy roja, revolucionaria o feminista.
Ilka Oliva Corado
http://www.telesurtv.net/bloggers/Paria-20170612-0001.html
http://kaosenlared.net/author/ilka/
Muy bueno:
https://cronicasdeunainquilina.com/2014/08/
Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2017/06/11/paria/
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com
11 de junio de 2017, Estados Unidos.
"En el Año de su Vigésimo Aniversario"
Centro Cultural Enrique Santos Discépolo
con saludos cordiales,
Agrupación Señales Populares
en la Región Comahue
patria.justa.libre.soberana@gmail.com
------
Pje. Rivarola 154 (Bs. As., Centro)
0054 - 11 - 4372 2358
Ciudad de BUENOS AIRES, Rca. Argentina
Corresponsalía Región Comahue (Patagonia Norte)
Antonio Angel Coria
en este link verás el video sobre nuestro museo.
https://www.youtube.com/watch?v=jGPLj1nGEsY
Argentina: El Che lives on! Get lost in Buenos Aires ... Izquierdista entusiasta, y a su forma, compañero revolucionario Eladio Gonzalez muestra el contenido de su afamado museo Che Guevara en Caballito, Buenos Aires.. |
informó el Museo " ERNESTO CHE GUEVARA " de Caballito, CABA
calle Rojas 129, esq. Yerbal, Buenos Aires (AAC 1405) Argentina
Visitar lunes a viernes de 10 a 19 hs. (corrido) – entrada libre y gratuita
Escuela de Solidaridad con Cuba " CHAUBLOQUEO "
Registro donantes voluntarios de Células Madre (INCUCAI)
Coordinador ex Mesa Vecinal Participativa en Seguridad de Caballito
Tel. 4 903 3285 Irene Rosa Perpiñal - Eladio González (Toto)
email - museocheguevara@fibertel.com.ar
Blog museo http://museocheguevaraargentina.blogspot.com/
Blog accidentes - http://nomuertesevitables.blogspot.com protege a hijos y nietos
Facebook https://www.facebook.com/museoernestocheguevara/#
ó https://www.facebook.com/eladio.gonzalez.376
Lea libro Cuba Existe, es Socialista y No está en Coma del Arq. Rodolfo Livingston en http://estudiolivingston.com.ar/libros/cubaexiste.php y emocionate.
en Sao Paulo Brasil buscá http://museuvirtualcheguevara.blogspot.com.br/"
Tango nuestro baile https://www.facebook.com/manuel.gonzalezmeg?hc_ref=NEWSFEED
¡ Salven a los argentinos !..... "las ballenas".
Las Islas Malvinas fueron, son y serán siempre ARGENTINAS.
* Q = Quetzal; moneda nacional de Guatemala. Lleva el nombre de un bello pájaro Símbolo Nacional del País.
No hay comentarios:
Publicar un comentario