HISTORIA DE LA BUENA...!
OPERACIÓN 40
por Fabian Escalante
La historia de Cuba durante los últimos 50 años está preñada de agresiones, crímenes,
bloqueos, leyes asesinas y acciones terroristas por parte de Estados Unidos. Conocer
aquellos hechos, posibilita a las nuevas generaciones de cubanos, poder enfrentar con
éxito las políticas que el poderoso vecino del Norte proyecta sistemáticamente
contra nuestra invicta Revolución.
Una de las páginas de aquella historia, es la denominada “operación 40”, que
en su accionar por más de una década, realizó actividades de todo tipo contra
Cuba: subversivas, terroristas, asesinatos, narcotráfico, cabildeos en el congreso
norteamericano etc. en la que se vieron involucrados muchos de los políticos
cubano-americanos que han conformado lo que se denominó “la mafia cubana
de Miami”, uno de cuyos representantes fue Jorge Más Canosa, colaborador de
la familia del presidente George W. Bush y “líder” de los congresistas Lincoln
Díaz Balart, Ileana Ross, Marco Rubio, Robert Menéndez y demás
politiqueros miamenses.
La operación 40 fue un aparato creado por la CIA en 1960 para organizar un sistema
de contrainteligencia dirigido a descubrir y eliminar a los agentes e informantes de
la seguridad cubana en Miami, durante los preparativos de la invasión de Bahía de
Cochinos, en abril de 1961 y que después devino en estructura de terror y muerte.
En el testimonio del Inspector General de la CIA Lyman Kirkpatrick a la comisión
creada por el Presidente Kennedy que investigó las causas del fracaso de la invasión
de Bahía de Cochinos, aparece un retrato de la misma:
“Sin embargo en ciertos aspectos, el “Frente Revolucionario Democrático”,
FRD[1] demostró ser un instrumento útil. Un ejemplo de esto fue el servicio de
contrainteligencia y seguridad que, bajo estrecho control del proyecto, se
convirtió en una eficiente y valiosa unidad de apoyo del FRD a la base de la CIA
en Miami y al Proyecto[2].
A mediados de marzo de 1961, esta organización de seguridad comprendía 86
empleados, de los cuales 37 fueron entrenados como oficiales de caso. El servicio
graduó cuatro cursos de su propio centro de entrenamiento, cuyo jefe de
instrucción era un policía….”
Por su parte, José Raúl Varona González, uno de los mercenarios
capturados en Girón, jefe de inteligencia militar de la Brigada 2506
expresó en los interrogatorios realizados:
“En el mes de marzo (1961), alrededor del día 7, llegó a la base de
Retalhuleu, (Guatemala) el señor Vicente León al frente de 53 hombres
diciendo que él había sido enviado por la oficina de Joaquín Sanjenis,
jefe de la inteligencia civil, con una misión que decía se llamaba
“operación 40”, la cual incluía la inteligencia civil dentro de las
ciudades que serían ocupadas. Añadió que ellos eran un grupo especial
e independiente que no tenía que ver en nada con la Brigada y que
irían en la retaguardia ocupando pueblos y ciudades…Su misión era
ocupar los archivos de los cuerpos de inteligencia, edificios
públicos, bancos, industrias y capturar a los jefes y líderes en todas
las ciudades e interrogarlos…. Estos señores que componían la
operación 40 fueron seleccionados por el señor Joaquín Sanjenis en la
ciudad de Miami y llevados a una finca cercana, donde tomaron unos
cursos y fueron sometidos al detector de mentiras….”
Como ya se mencionó, el jefe de la operación 40 fue José Joaquín
Sanjenis Perdomo, ex jefe de la policía del Palacio Presidencial en
época de Carlos Prío y sus colaboradores más cercanos fueron: Félix
Gutiérrez, Orlando Piedra, Mariano Faget, Bernard Baker, Eugenio
Hernández, Félix Rodríguez, Ignacio y Guillermo Novo, Luis Posada,
Orlando Bosh, Ricardo Morales Navarrete, Virgilio Paz, José Dionisio
Suarez, Alvin Ross, Pedro Luis Díaz Lanz, Frank Sturgis, Gerry
Hemmings, Felipe Rivero y otros más que posteriormente fueron
conocidos por sus acciones criminales y terroristas.
Todos fueron veteranos de la invasión mercenaria y varios de ellos,
oficiales destacados de los aparatos represivos de la dictadura de
Fulgencio Batista, que como antes se refirió, entre sus misiones
fundacionales estuvo la vigilancia de la comunidad cubana de Miami en
busca de agentes cubanos, por cierto con muy poco éxito. Luego, cuando
Girón, vinieron en las ultimas embarcaciones, como “escuadrón de la
muerte” con la misión de asesinar a los líderes revolucionarios y
capturar la documentación de los eventuales colaboradores políticos
del gobierno. ´
Después de la derrota de Girón, regresaron a la madriguera y
continuaron con la vigilancia sobre la comunidad cubana y además
recibieron la encomienda por la CIA de “liquidar” a todos aquellos que
resultaran sospechosos, entiéndase exilados de tendencia progresistas,
acusados de proyectar “un comunismo sin Fidel”.
En 1963, varios de sus elementos participaron en el complot para
asesinar al presidente Kennedy el 22 de noviembre, entre los cuales se
estaban: Eladio del Valle, Herminio Díaz, Sergio Arcacha, Antonio
Veciana, Carlos Bringuier, Frank Sturgis, Gerry Hemmings, Orlando
Bosh, Pedro Luis Díaz, David Morales, y Howard Hunt.
En 1965 el grupo se había ampliado extraordinariamente, recibía del
gobierno, es decir la CIA, 2 millones y medio de dólares anuales para
financiar sus actividades, además de un amplio apoyo logístico. Sus
tareas eran variadas y se extendían desde la organización de
“protestas” frente a empresas, consulados o embajadas relacionadas con
Cuba hasta la ejecución de operativos contra embarcaciones comerciales
con destino o provenientes de la Isla.
En 1967, investigadores norteamericanos relacionaron a varios de estos
sujetos con el asesinato del candidato a la presidencia Robert Kennedy.
En esos años, la Operación 40 dependía de la División de Asuntos
Domésticos de la CIA, que comandaban Tracy Barnes y Howard Hunt
quienes la reorientaron a labores de contrainteligencia a escala
nacional, particularmente sobre cubanos o norteamericanos
eventualmente relacionados a Cuba, usurpando funciones al FBI. Otra
misión priorizada entonces, fue la eliminación física de líderes
políticos hostiles a Estados Unidos en América del Sur o colaborar con
dictaduras locales, como la de Anastasio Somoza en Nicaragua o Alfredo
Stroessner en Paraguay.
Paralelamente casi desde sus inicios, el narcotráfico fue uno de sus
“negocios” priorizados, aprovechando a los hombres que tenían
diseminados por el continente y la red de aviones, casas de seguridad
con que contaban en la Florida, donde funcionarios venales o ex
colaboradores de la guerra contra Cuba, prestaban sus servicios para
tales empeños. Así se construyó un complejo y eficiente “mecanismo” de
traslado y distribución de drogas a escala nacional.
En 1967 la Operación 40 recibió la misión de colaborar con la captura
y asesinato del Comandante Ernesto Guevara en Bolivia, de manera que
varios de sus agentes partieron para diferentes puntos de la geografía
latinoamericana.
Luis Posada Carriles, junto a Ricardo Morales Navarrete en Venezuela,
fundaba la DISIP, (policía secreta) responsabilizada con la represión
del movimiento revolucionario en ese país y base de operaciones para
el apoyo para la lucha anti guerrillera; Antonio Veciana en la Paz,
Bolivia desde una “cubierta” en las oficinas de la USAID, atendía una
importantísima misión que consistía en descubrir las zonas donde
operaba la guerrilla del “Che”.
Para ello la CIA facilitó el contacto con una empresa aérea, la “Mark
Hurd Aerial Surveys Inc” utilizada en Vietnam y otras latitudes en
labores exploratorias bajo cubierta. Noche tras noche partiendo de la
base Howard en el Canal de Panamá, realizaba misteriosos vuelos
nocturnos para descubrir el desplazamiento de los guerrilleros, por
medio del calor que emitían sus cuerpos, en las noches frías de la
región o descubrir sus necesarias fogatas, provistos de una novísima
tecnología destinada a esos fines. Cada película tomada era enviada
urgentemente a California, donde los operativos de la CIA iban
lentamente componiendo los movimientos de la columna guerrillera.
Estos pilotos también utilizaban pequeñas pistas aéreas, que en su
época fueron construidas para la búsqueda de petróleo, utilizando
radiotransmisores que servían de faros para la navegación.
Adicionalmente, un destacamento de rangers bolivianos fue entrenado en
la “zona del Canal de Panamá” y varios asesores de origen cubano,
capitaneados por Félix Rodríguez Mendigutía y Gustavo Villoldo, se
destinaron con las informaciones recopiladas, a perseguir y
finalmente aniquilar a los guerrilleros y asesinar al Che.
En 1970 los “pupilos” de Sanjenis, se dedicaban –según el FBI—
“intensamente al tráfico de estupefacientes en colaboración con la
familia mafiosa de Santos Traficante”. En esa época, uno de los aviones
a cargo de la Operación 40 se estrelló al sur de la Florida ocupando el
FBI varios kilogramos de cocaína y heroína a bordo. Poco después, dos
integrantes de la Operación 40 Juan Restoy y Alonso Pujols Jr,
veteranos de Girón fueron aprendidos por estas actividades.
En ese tiempo, el Procurador General norteamericano John Mitchell
declaró a los medios de prensa que con esas capturas se desarticulaba
una de las más importantes redes nacionales de traficantes de drogas,
pero, desafortunadamente para el gobierno, Restoy “escapó” de la
cárcel y fue asesinado por personas desconocidas, lo que dio origen a
un rumor en la comunidad cubana que había sido ejecutado para que en
sus declaraciones no involucrara a la CIA en el contrabando.
Sanjenis se “retiró”, en 1972 luego de recibir una medalla por sus
servicios a la CIA, aunque varios informantes aseguraron que antes de
entregar los expedientes de sus pasadas actividades los copiaron y
entonces se dedicaron a la extorsión de personas en el exilio.
En 1974 el FBI conoció qué 4 cubanos de la operación 40 se reunieron
en las Vegas con el mafioso Antony Spilotro de la “familia” de Chicago
quien actuando desde una joyería, supervisaba los negocios de sus
asociados. La nueva misión de estos “libertadores” era organizar una
red de distribución en el sur de Miami, respaldada por el gánster
Santos Traficante. A su vez, según el informe del FBI, éstos cubanos
estuvieron relacionados con Fernando Penabaz, para entonces cumpliendo
condena federal por iguales motivos.
En 1974, poco después de iniciado el conocido escándalo político de
“Watergate” donde 5 miembros activos de la operación 40[3] fueron
arrestados mientras colocaban micrófonos en las oficinas del Partido
Demócrata, José Joaquín Sanjenis Perdomo falleció de “muerte natural”
y cosa extraña, su familia no fue notificada de su deceso hasta
después de las honras fúnebres.
Probablemente a causa de la necesidad de borrar las huellas, la CIA
después del proceso de Watergate, disgrego la operación 40 y su
“núcleo”–según el FBI-- fue distribuido en dos direcciones, un destacamento de 30
hombres se destinó a una unidad especial de la DEA denominada Deacon
I, que bajo el mando del coronel Lucien Conein, debía “luchar contra
el narcotráfico” con métodos “irregulares”, entre los que se
encontraban infiltrar, controlar y eliminar, es decir asesinar, a los
líderes y capos claves de los principales carteles de la droga en
Latinoamérica.
La otra, encabezada por Orlando Bosch, Luis Posada, Alvin Ross, José
Dionisio Suarez, Felipe Rivero, los hermanos Novo Sampol etc, debían
organizarse en una transnacional del terrorismo, algo que la CIA
denomino “Comando de Organizaciones Revolucionarias Unidas” CORU, el
cual se dedicó atacar, asesinar diplomáticos cubanos y atacar empresas
que comerciaban con Cuba, al tiempo que ajustaba las cuentas a todos
aquellos exilados de la comunidad que tuvieron posiciones blandas con
respecto a las relaciones con la Isla, iniciando a partir de entonces,
una campaña denominada la “guerra por los caminos del mundo” que en
los años setenta sembró el terror en el Continente y en el mismo
exilio cubano; causante de números crímenes de lesa humanidad, el más
conocido, el derribo de un avión cubano de pasajeros en pleno vuelo,
todo ello, con el pleno respaldo de las autoridades norteamericanas,
que facilitaron los medios y refugio seguro a los terroristas.
Entonces, ¿la operación 40 se extinguió en la fecha que formalmente
señaló la CIA o en una metamorfosis infinita, aún vive y actúa?
OPERACION 40 2da Parte
Tras la publicación de la primera parte de este trabajo, un lector,
nos hizo llegar la información que señalaba a José Joaquín Sanjenis
Perdomo, el jefe de la Operación 40, como el portero del edificio
Dakota de Nueva York, en el momento (1980) en que fue asesinado John
Lennon. Según otras fuentes consultadas, Sanjenis o José Perdomo, como
se hacía llamar entonces, era en efecto el portero de la mencionada
edificación y quien disparó al inmortal cantante de rock, ocasionando
su muerte.
Como se recordará en mi anterior trabajo concluía con la pregunta:
Entonces, ¿la operación 40 se extinguió en la fecha que formalmente señaló la
CIA o en una metamorfosis infinita, aún vive y actúa?.
Motivado por la inquietud del lector y la pregunta antes referida,
reexaminé archivos, accedí a nuevas fuentes y tras consultar personas
que en su momento conocieron informaciones relativas a este operativo,
obtuve los siguientes resultados.
La operación 40 -cuyo criptónimo era AM/OT-fue creada en los comienzos
de 1960 a propuesta del jefe de la CIA Alan Dulles y la supervisión de
Richard Nixon, entonces vicepresidente de Estados Unidos. A sugerencia
de George Bush padre, para sustentar el operativo se designó a Félix
Rodríguez Mendigutía como recaudador de fondos, entre las empresas
norteamericanas que habían sido afectadas por la Revolución cubana.
Más tarde, como ya se mencionó, fue la policía secreta de la CIA en la
comunidad cubana exilada, destacamento encargado de la limpieza de
“comunistas” en los territorios que ocuparan los brigadistas y luego
grupo de operaciones especiales que se encargaban desde la
organización de “protestas públicas” en consulados y embajadas con
relaciones con Cuba, hasta el asesinato de personas calificadas por la CIA como peligrosas.
Desactivada formalmente en 1974 al calor del escándalo de “Watergate”
y las investigaciones del comité del senador Frank Church, que conoció
sobre los complots de la CIA para asesinar líderes políticos
extranjeros, experimentó una metamorfosis que dio origen a dos grupos,
uno en la DEA al mando del coronel Lucien Conein que tenía como
finalidad “operaciones especiales” y el otro liderado por Orlando Bosh
y sus asociados responsabilizados con las campañas terroristas que por
entonces se planeaba incrementar, no solo contra Cuba, sino a escala
continental y que adicionalmente les posibilitó a estos matarifes
eliminar a varios de sus competidores dentro Estados Unidos.
El grupo destinado a la DEA se organizó en una unidad operativa
denominada Deacon I al mando del susodicho Conein, mercenario y
veterano agente de la OSS y la CIA, quien había dirigido en 1963 el
asesinato de los hermanos Ngo Diem, entonces gobernantes en Vietnam
del Sur, y a partir de 1975, se dedicó asesinar a jefes de los
carteles latinoamericanos que dirigían el contrabando de drogas hacia
Estados Unidos, infiltrando a sus hombres, que luego actuando de
mediadores cobraban comisiones para hacer fluir la droga, de manera
que ésta llegara puntualmente a Estados Unidos. Después, en 1982 fue
parte del grupo organizado por el Teniente coronel Oliver North,
asesor de seguridad nacional, para dirigir la guerra contra la
Nicaragua Sandinista y entonces, dada su vasta experiencia en el
contrabando de drogas, junto a Félix Rodríguez Mendigutía, Luis Posada
Carriles y Rafael “Chichi” Quintero, organizó la red de narcotráfico más
grande hasta entonces y que luego fue conocida por el escándalo del
“Irán-Contra”. En 1989 este “eximio” patriota murió plácidamente en su
cama a los 79 años.
El grupo de Bosh, en los inicios de los setenta, encabezando a los
exilados más recalcitrantes, con la anuencia de las autoridades
norteamericanas y la CIA recrudecieron las acciones terroristas contra
personal e instituciones cubanas radicadas en terceros países. Entre
ellos, Poder Cubano, Movimiento Insurreccional de Recuperación
Revolucionaria, Movimiento Nacionalista Cubano, Acción Cubana, Frente
de Liberación Nacional, Omega 7 y RECE, fueron las más notables y
agresivas.
En 1976 en República Dominicana se fundó, a instancias de la CIA, el
Comando de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), que agrupó a
las mencionadas organizaciones y líderes, encabezados por Orlando
Bosch, Felipe Rivero, Alvin Ross, José Dionisio Suárez, Luis Posada
Carriles, los hermanos Guillermo e Ignacio Novo Sampol y otros.
El hecho significó la integración, por primera vez en esta historia de
agresiones, de una red de terrorismo internacional que se proponía
llevar la guerra contra Cuba a cualquier rincón del universo. Ellos
mismos la denominaron “la guerra por los caminos del mundo”.
El secuestro de pescadores en aguas jurisdiccionales cubanas se hizo
una práctica habitual. Durante el primer semestre de 1971, los
guardacostas norteamericanos secuestraron en diferentes ocasiones a
pesqueros cubanos con decenas de tripulantes y los condujeron a Miami
para inducir su deserción, sabotear su trabajo y aterrorizar a sus
familiares. A finales de ese mismo año, comandos terroristas
bombardearon el puerto oriental cubano de Boca de Samá, donde
resultaron muertas dos personas y cuatro heridas, entre ellas una
niña. Pequeñas lanchas, barcos de ferrocemento o embarcaciones de
mayor calado fueron atacados por lanchas piratas que se aproximaron a
nuestras costas durante todo el decenio.
El 4 de abril de 1972 explotó una bomba en el consulado cubano en
Montreal, Canadá, hiriendo de muerte a uno de sus diplomáticos; el año
siguiente se caracterizó por el envío de cartas explosivas a las
embajadas de Cuba en España, Perú y Argentina, entre otras. Se
colocaron bombas o se lanzaron artefactos explosivos contra las sedes
diplomáticas cubanas en México, Canadá, Jamaica, España y Francia.
En 1974, tras colocar dos bombas en Caracas, Venezuela, Bosch y
varios de sus secuaces visitaron a dictador chileno Augusto Pinochet
en Chile y les ofrecieron su concurso para el asesinato de los líderes
políticos disidentes a los golpistas, a cambio de un reconocimiento
internacional. Para ello coordinaron con el Gral. Manuel Contreras
jefe de la DINA[4] y coordinador de la operación Cóndor, que por
entonces comenzaba - guiado de la mano de la CIA - a dar sus primeros
pasos para aunar los servicios policiacos de las dictaduras suramericanas
en su lucha contrarrevolucionaria.
En los propios Estados Unidos, se realizaron numerosas acciones
terroristas.
Entre 1973 y 1976 el FBI investigó 103 atentados dinamiteros y seis
asesinatos cometidos por estos grupos en los Estados Unidos. Consideró
que constituían “la red terrorista más peligrosa de cuantas operaban
en esa nación”.[5]
La ola de atentados y crímenes se generalizó en este decenio. Ni la
prensa ni el gobierno de los Estados Unidos pudieron ignorar el
descontrol que permitía moverse a esos grupos. Guerras intestinas,
delaciones, antagonismos de grupos extremistas contra los
conciliadores, amenazas de muerte a figuras del exilio y a
periodistas, alianzas que se enfrentaban, antiguos ajustes de cuenta
entre gánsteres y batistianos, escapaban a los dispositivos policiales
y políticos.
El 12 de abril de 1974, a las 9:25 de la noche, cuatro disparos
acabaron con la vida de José Elías de la Torriente Ajuria, acusado de
incumplir sus promesas de “liberar a Cuba” y de embolsarse los dineros
recogidos para ello; unas semanas después colocaron una bomba en el
auto de Ricardo Morales Navarrete, alias El Mono, considerado el autor
del atentado al ex capitán del Ejército Rebelde devenido
contrarrevolucionario miamense, Juan Constanzo Palau. Por esas fechas
apareció muerto Ernesto Rodríguez Díaz, cabecilla del Movimiento
Demócrata Cristiano. El 21 de febrero de 1975 fue asesinado Luciano
Nieves, propugnador de una corriente de coexistencia, y el 31 de
octubre voló por los aires el auto del gángster, ex senador batistiano
y torturador, Rolando Masferrer Rojas.
En abril de 1976 Emilio Milián, un comentarista político radial,
perdió ambas piernas en un atentado. El día 13 fue asesinado Ramón
Donestévez, partidario de cambiar la hostilidad con Cuba, quien ya
había sufrido otros atentados. El 23, Rafael Betancourt, activista por
la reanudación de las relaciones, detectó una falsa bomba bajo el
asiento de su auto. El 14 de mayo fue ultimado frente a su casa Héctor
Soto; un francotirador liquidó al emigrado Andrés Purriños, vinculado
a Alpha 66, y el 29 apareció asesinado en los pantanos de los
Everglades Jesús González Cartas, El Extraño, gángster, asesino y
extorsionador.
Juan José Peruyero, un veterano dirigente de la Brigada 2506 dedicado
al tráfico y la venta de drogas, fue ultimado a tiros. En ese propio
año el CORU planificaba liquidar a Miguel Ángel Peraza, quien había
testimoniado contra la organización en un juicio celebrado en Miami.
En 1975 se hizo frecuente el empleo de artefactos explosivos;
aparecieron colocados en el aeropuerto internacional de Miami, en dos
oficinas de correos del condado Dade, en la oficina de Seguridad
Social, en un edificio del gobierno federal, y en un banco.
A pesar del interés del gobierno de los Estados Unidos para lograr que
estas organizaciones actuaran fuera de su territorio, no alcanzaron a
escapar a esa vorágine de terrorismo y asesinatos. En realidad, las
organizaciones contrarrevolucionarias en el exterior nunca quisieron
limitar su accionar en territorio norteamericano; además tenían
cuentas pendientes que ajustar entre ellos mismos.
En 1976 colocaron una bomba en la Academia de Música y otra en el
PalladiumTheatre, ambos en Nueva York; en abril, otra bomba explotó en
la Universidad de Miami, donde hablaría la activista
afronorteamericana Angela Davis. Organizaciones terroristas como el
> Frente de Liberación Cubano, Comandos 0 y Poder Cubano se
> responsabilizaron con estos hechos.
>
La ola de asesinatos y atentados aterró a los turistas y a los
residentes de Miami. Se hizo necesario que el equipo del FBI se
reforzara con agentes de las oficinas centrales en Washington; pero
los crímenes no se detuvieron.
En julio de 1977, un extenso plan de actividades terroristas a
desarrollarse en Miami fue descubierto por las autoridades cubanas e
informado a sus homólogos estadounidenses mediante nuestros
diplomáticos ante la ONU. Ni a uno solo de los terroristas mencionados
en el informe se le molestó.
Siguieron actuando con toda impunidad. Más tarde fue asesinado, en
Queens Boulevard y calle 53, en el barrio de Queens, Nueva York, el
diplomático cubano Félix García; le hicieron cuatro disparos desde una
motocicleta al lado de su auto. En 1979 asesinaron a Carlos Muñiz
Varela, joven dirigente de la Brigada Antonio Maceo que propiciaba los
viajes a Cuba y el acercamiento de la comunidad cubana con la Isla.
Estos crímenes han quedado impunes.
Aquella ofensiva no era sólo contra Cuba. Estaba inscrita en la
estrategia terrorista desplegada por los Estados Unidos en América Latina.
Así pudieron cometerse con impunidad los asesinatos del general chileno Carlos Prats
y su esposa, en Argentina; el intento de asesinato, en Roma, Italia, de Bernardo Leighton,
líder demócrata-cristiano y su esposa; y el asesinato en Washington en 1976 del ex
canciller Orlando Letelier y su secretaria Ronny Moffit, con la participación
directa de contrarrevolucionarios cubanos.[6]
Esta “guerra por los caminos del mundo” realmente no conoció fronteras
ni coberturas diplomáticas. Las embajadas cubanas fueron un objetivo
preferido de los ataques terroristas.
El 23 de julio 1976 intentaron secuestrar al Cónsul cubano en Mérida y
asesinaron a su acompañante, el técnico de la pesca Artañán Díaz;
secuestraron y desaparecieron —en contubernio con las autoridades
argentinas— a dos diplomáticos cubanos en ese país; ametrallaron la
sede diplomática en Colombia; llevaron a cabo un atentado con explosivos en la
embajada guyanesa en Trinidad y Tobago. Estas acciones terroristas contra nuestros
funcionarios y sedes diplomáticas tuvieron como uno de sus momentos culminantes
la destrucción total, en abril de 1976, a causa de una potente bomba, de los locales
de la embajada cubana en Portugal. Murieron dos diplomáticos: Adriana Corcho y
Efrén Monteagudo
La Misión Cubana ante la ONU ha sido quizás la representación
diplomática más afectada por las acciones de los terroristas de origen
cubano radicados en los Estados Unidos: en siete ocasiones la atacaron
con artefactos explosivos. El 6 de junio de 1976 una potente bomba
estalló en la puerta del edificio, escapando milagrosamente con vida
el personal. Amenazas de agresión, planes de secuestro contra
funcionarios cubanos ante la ONU, un plan en 1977 para asesinar al
propio Embajador y a dos secretarios que fue neutralizado, y una bomba
que no llegó a explotar bajo el automóvil de aquel, son algunas de las
principales acciones contra esa sede.
En julio de 1976 elementos contrarrevolucionarios colocaron una bomba
en el equipaje de un avión de pasajeros de la aerolínea Cubana de
Aviación en Jamaica, que hizo explosión en tierra; colocaron
artefactos explosivos en una oficina de la British West Indian
Airlines que tenía negocios con Cuba y en el auto del gerente de
Cubana de Aviación en Barbados; pusieron una bomba en Air Panamá, en
Colombia, y en el vehículo del funcionario colombiano encargado de las
relaciones con Cuba; ubicaron otra en el aeropuerto de Panamá y una
más en las oficinas de Cubana de Aviación, y la atroz voladura en
pleno vuelo de un avión comercial cubano el 6 de octubre de 1976, que
costara la vida a 73 personas inocentes. Solo unos meses después, en
1977, fue denunciado un plan terrorista que pretendía atacar aviones
de Cubana de Aviación e Iberia, en los aeropuertos de Madrid, Caracas
y República Dominicana.
En resumen, en ese aterrador decenio se ejecutaron un total de 377
acciones terroristas de todo tipo: asesinatos de diplomáticos y otros
funcionarios, bombas en embajadas y otras instalaciones cubanas,
secuestro de pescadores, ataques piratas, incursiones armadas contra
objetivos costeros, asesinatos de líderes del exilio que propiciaban
un acercamiento con su patria.
Por otra parte, un recuento de los asesinatos selectivos y conocidos
realizados contra líderes políticos por la operación 40 o sus
ramificaciones muestran los siguientes: intentos de envenenamientos
durante los años 60 y
61 contra Fidel Castro en Nueva York y la Habana respectivamente; el
asesinato en 1963 del presidente norteamericano John F. Kennedy;
atentado con bazuca en 1964 en la sede de la ONU en Nueva York contra
el comandante Ernesto Guevara y su posterior asesinato a finales de
1967 en Bolivia; asesinato en 1968 del candidato presidencial Robert.
F. Kennedy; cinco intentos homicidas contra Fidel, durante su viaje a
Chile en 1971; el asesinato al siguiente año del general chileno
Carlos Pratts y su esposa, en Argentina; el atentado en 1975 al
chileno Bernardo Leighton en Roma, asesinato en 1976 del ex canciller
chileno Orlando Letelier en Washington; el derribo en 1976 de un avión
cubano en pleno vuelo, que provocó la muerte de 73 personas; el
asesinato de John Lennon en Nueva York durante 1980 y quien sabe
cuántos crímenes más todavía desconocidos.
La guerra que Estados Unidos desató contra Nicaragua durante la década
de los ochentas hizo modificar la estrategia terrorista de la CIA y
los servicios de inteligencias norteamericanos, que hasta entonces se
fundamentaba las “operaciones autónomas” es decir, ejecutarlas fuera
de su territorio, que le posibilitara “negar plausiblemente” los
dramáticos y terribles resultados.
Las guerras de finales de siglo contra Yugoslavia e Irak y más tarde,
a comienzo de este, contra Libia, Irak, Afganistán, Siria, Palestina,
los territorios del Kurdistán, les posibilito comprender que no era
necesario ocultarse tras las espaldas de otros, que había que
organizar sus propios ejércitos paramilitares y privados que hicieran
el trabajo sucio, incluso, asesinar-de manera aséptica- desde un
avioncito sin piloto; pero además y lo más importante, difundirlo
públicamente al Mundo, exaltar en los medios masivos a sus “asesinos”
disfrazados de libertadores, esa era y ha sido la nueva estrategia.
Las cárceles privadas, los centros de tortura clandestinos, en fin,
todo lo execrable del Imperio, puesto en colores para el gran cine y
la Televisión con sus interminables series.
La Operación 40 fue el balón de ensayo, el instrumento que sirvió para
que Estados Unidos y las demás potencias imperiales, elevaran el
terrorismo de estado a una nueva dimensión, en la cual todo aquel que
disienta puede ser asesinado y desacreditado, en su mal llamado “Mundo Libre” y “democrático”.
[1]Frente Revolucionario Democrático, organismo político pantalla de
la CIA, destinado a aglutinar a la colonia de exilados cubanos
liderado por Manuel Antonio de Varona Loredo.
[2]Proyecto, así era denominado la operación para derrocar al gobierno
revolucionario.
[3] Bernard Baker, Frank Sturgis, Virgilio Paz, Eugenio Hernández y
James Mc Cord
[4] DINA, Dirección de Inteligencia Nacional
[5] Citado por José Luis Méndez Méndez: Los años del terror, Editorial
de Ciencias Sociales, La Habana, 2006.
[6] Los hermanos Ignacio y Guillermo Novo Sampol fueron condenados por
estos crímenes a cadena perpetua y liberados más tarde por las propias
autoridades norteamericanas.
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