Crónica de muchos niños solos
ó un día en la vida de Irene Perpiñal.
por Eladio González - Toto
Un Viernes 3 de abril de 2009, en la Ciudad Autónoma de
¿ Buenos Aires ?. República Argentina.
En la calle Rojas 129, entre Yerbal y la vía del tren hay un local de compraventa de objetos usados.
Irene su dueña es un imán humano. Atrae niños de la calle que de mañana o tarde ingresan buscando “ a la señora ”.
¿Hay algo para mí?..... es la consabida y repetida pregunta, mientras sorben el vaso de leche, brindado por Irene que mientras les predica al cuarteto, dúo ó trío de infelices, la conveniencia de abandonar la calle, de ir a la escuela, de no olfatear pegamento epoxi, de volver al ¿ hogar ?.
A veces la generosidad de algunos vecinos posibilita que se vayan con un par de medias, un buzo, un pantalón, un juguete.
Tienen un código, que se fue armando sobre la marcha, y ya entran solamente con el olor a pegamento impregnado en cabellos y ropas, dejando oculta en otro sitio la bolsita aspiradora.
Cuando los cuatro ó el solitario niño enfundado en mugrientas ropas de adulto, la miran y escuchan mostrador por medio, me parece alucinar de estar viendo una especie de programa reality show “PEQUEÑO HERMANO”, donde los marginales contemplan a esa especie de ser humano en extinción, esa mujer que los acepta en su lugar de trabajo, bañándolos de cariñosa preocupación.
Todo ocurre mientras ingresan clientes que buscando juguetes, llegan con sus hijos de la mano, (niños de balcón enrejado y vida Play Station) esos que al volver de la escuela dedican horas por día, a disparar armas de fuego o granadas, arrojando flechas, lanzas o cualquier elemento destructor de tejidos y vidas, a personajes que van apareciendo en la pantalla de sus televisores.
Aprenden a matar, perfeccionan sus reflejos asesinos, se educan criminalmente, se les estimula el regreso a lo animal, a la bestia que todos guardamos dentro.
Esa es parte de la niñez argentina de hoy, la que disfruta de un hogar y padres que puedan pagarle el juego de muerte electrónica.
Otros niños no tienen casa, ni padres, ni escuela, ni vecinos, ni sociedad que los contenga y proteja, están abandonados y cuando con la cabeza gacha, olorosos de poxiran, mugrientos y harapientos tienen la osadía de pararse ante un Mac Donald para mendigar, no resultan bienvenidos.
Hoy 3 de Abril un policía argentino que sabe como actuar, erradicó a estas molestias estéticas, que manchan el paisaje urbano, citadino de la hamburguesería medio clasista Mac Pibe… digo Donald y le apoyó a uno de los niños su moderna arma, pero ¡ no teman ! no fué Gatillo Fácil.
Fué solo una descarga eléctrica a un niño de 10 años, de una alta efectividad disuasoria, no hace ruido, lo sockea asustándolo y “ Chau pibe” no jode más, huye.
El progreso humano nos sorprende día a día y escuchar al niño balbuceando contar dificultosamente lo que le hicieron y mostrándome su bracito quemado, ver a Irene con el Botiquín de Primeros Auxilios, tratando de curarle el alma, que hoy se le había corrido al brazo y estaba marcada para siempre, me hace maldecir concienzudamente al comerciante que les vende el poxirán a sabiendas de que niños de 8 ó 10 años no pueden ser armadores de instalaciones comerciales.
Pienso también ¡ Linda la picana portátil en forma de linterna, gracias Estados Unidos ! por el práctico invento y la legislación que heredamos de ustedes para poder aplicarlo impunemente.
En aras de ahorrar energía (porque las picanas estas se deben cargar me imagino) pudiera obligarse a nuestros policías a utilizar solamente bolsas de nylon, practicándole a los niños “el submarino seco” puesto que el efecto aterrorizador se cumpliría de la misma forma y su uso está avalado por la legislación hiperdemocrática, de los Estados Unidos, cuya cultura es la que estimula y nutre a nuestros hijos, nietos y biznietos para que se formen a imagen y semejanza de Fredys, Chuckies y cientos de aliens que se nutren de sangre.
El chiquito de la calle dejó el vaso de leche vacío, pero se llevó su dolor y simultáneamente nos llegó la noticia del enloquecido joven, que se cobró una docena de vidas cerca de Nueva York.
Horas después Irene (mi pareja) me comenta que le parece que tiene gripe, la palidez de su rostro me hace imaginar un estrés social.
Tal vez sea una nueva figura en las enfermedades, pero yo creo que no se puede salir indemne de estas atroces experiencias, que son absolutamente reales.
Una mujer americana escribió esto:
Después de muchos años, cuando yo sea un montoncito de polvo callado, jugad conmigo, con la tierra de mi corazón y de mis huesos.
Si me recoge un albañil, me pondrá en un ladrillo, y quedaré clavada para siempre en un muro, y yo odio los nichos quietos.
Si me hacen ladrillo de cárcel, enrojeceré de vergüenza oyendo sollozar a un hombre; y si soy ladrillo de una escuela, padeceré también de no poder cantar con vosotros en los amaneceres.
Mejor quiero ser el polvo con que jugáis en los caminos del campo. Oprimidme: he sido vuestra; deshacedme, porque os hice; pisadme, porque no os dí toda la verdad y toda la belleza.
O, simplemente, cantad y corred sobre mí, para besaros las plantas amadas.
Decid, cuando me tengáis en las manos, un verso hermoso, y crepitaré de placer entre vuestros dedos.
Me empinaré para miraros, buscando entre vosotros los ojos, los cabellos de los que enseñé.
Y cuando hagáis conmigo cualquier imagen, rompedla a cada instante, que a cada instante me rompieron los niños de ternura y dolor.
GABRIELA MISTRAL
maestra chilena. (Premio Nóbel ) Nació un 7 de Abril de 1889 en Vicuña, Chile. Su nombre era Lucila Godoy Alcayaga.
p.d. me gustaría que el nene de la calle tuviera una maestra como la chilena esta. Toto
Doscientos millones de niños en el Tercer Mundo
duermen en las calles.
NINGUNO de todos ellos es CUBANO.
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