Publicado: 27/04/2023
El 27 de abril de 1977 es secuestrado Hector Germán Oesterheld por un grupo de tareas en La Plata, sería llevado a Campo de Mayo y de ahí al centro de torturas El Vesubio, donde se lo vería por última vez con vida en la Nochebuena de 1977.
Le tocó vivir en un ambiente familiar de ascendencia europea (Alemania) y de buen nivel económico, lo cual favoreció su formación intelectual. Aunque la familia sufrió un traspié y perdió sus posesiones cuando él aún estaba en medio de sus estudios primarios, se hizo afecto a la lectura desde niño. Por lo que se sabe, leía clásicos, en especial los de aventuras, pero también ingresaron en su mente las obras de la literatura griega.
En la universidad eligió la carrera de ciencias naturales. Aún siendo estudiante, trabajó para YPF en la prospección geológica o exploración, a la búsqueda de petróleo. Mientras se esforzaba para obtener su doctorado se inició en el trabajo de corrector. Entretanto, escribía obras que, aparentemente, nunca fueron publicadas. Como muchos jóvenes de la época asistía a las funciones de cine en capítulos, que estaban en pleno auge, y allí se hizo aficionado a la cinematografía y su forma de expresión. Su producción de cuentos infantiles comenzó mientras estudiaba geología. Estos trabajos fueron publicados en diversas editoriales. Publicó su primer cuento, Truila y Miltar", en el diario La Prensa (1943). En esta obra se pueden encontrar ya los valores que luego serán su bandera y motivación literarias.
Luego de completar sus estudios universitarios, se casó con Elsa Sánchez. La familia creció: Héctor y Elsa criaron cuatro hijas, Estela, Diana, Beatriz y Marina.
La literatura lo fue absorbiendo de tal modo que fue dejando su carrera de geólogo a un lado y se dedicó a los guiones para historieta. Comenzó a hacerse conocer y tener mucho éxito con tiras como Bull Rockett, el Sargento Kirk y otras. Trabajó con dibujantes como Alberto Breccia, Hugo Pratt y Paul Campani. Su intensa dedicación y el éxito de sus tiras lo llevaron a crear la Editorial Frontera, junto a un hermano. Editorial Frontera lanzó las revistas Hora Cero y Frontera, de resonante éxito.
La editorial progresó y fue caldo de cultivo para una excelente producción. Ernie Pike, con la cara de Oesterheld, le dio a la guerra la dimensión humana que parecía no tener: la guerra es peleada por los hombres y los hombres aman, desean y sufren, sean de éste o del otro lado. Surgieron personajes como Randall y Ticonderoga y entonces se produjo el fenómeno, el broche de oro: comienza la serie de El eternauta, la dibujada por Solano López. El eternauta produjo un fuerte impacto en todos los niños y adolescentes que la leyeron. La aventura ocurría aquí, en casa, y los protagonistas eran unos argentinos iguales a los del barrio en que uno vivía.
La invasión es terrible, pues empieza con un genocidio. La lucha es terrible pues se hace a mano limpia, sin superarmas, sin poderosas estructuras de guerra, tal como uno puede imaginar que sería una resistencia en Argentina. Si no se ha vivido, resulta muy difícil explicar el impacto que esta historia producía.
A pesar del éxito de sus productos, la editorial sucumbió en unos años, quizás impactada por el avance de la televisión en los hogares. Más o menos para 1963 Oesterheld se encontró prácticamente en la ruina. Durante esta oscura época, produjo Mort Cinder, casi como un reflejo de su estado de ánimo. Produjo en esta época otras obras menores, posiblemente con la intención de venderlas más fácil y sobrevivir. También intentó una revista de CF al estilo Más Allá, Géminis, que duró solamente dos números.
Pocas personas saben con claridad lo que pasó por la mente de Oesterheld en esta época. Sus alumnos y seguidores, muchos de ellos hoy famosos historietistas, afirman que no se daban cuenta de lo que pasaba en sus pensamientos. Oesterheld se había puesto taciturno, callado, sombrío. Esto lo expresa bien Morhain en un reportaje: "Con respecto a lo que pasaba en los años 70, en realidad nosotros, la gente que hacía historieta en general, participábamos de la ignorancia general, ¿no? Había algunos pequeños rumores, pero desde luego nadie imaginó lo que hacía y nadie, por lo menos que yo sepa, nadie sabía que Oesterheld fuera Montonero. Eso fue una cosa que nos sorprendió. Quizás alguien más allegado a él lo sabía, ¿no? Por cierto se lo veía desmejorado, pero eso lo piensa uno después. En ese momento no se notaba nada. En determinado momento desapareció del trabajo, nadie dijo por qué, pero se dijo que había desaparecido. Se había integrado a los desaparecidos, que ya se sabía que había. Eso nos preocupó mucho y averiguamos entre varios...".
La sociedad era maltratada constantemente por injusticias y falta de libertad y se comenzaba a reclamar frente a los constantes golpes de estado militares. Oesterheld trabajaba para la editorial Columba. En 1969 apareció en la revista Gente una nueva versión de El eternauta, esta vez dibujada por Alberto Breccia. El dibujo de Breccia era experimental, provocando rechazo en quienes habían disfrutado de la estética del original. Pero los contenidos también habían cambiado: había un fuerte mensaje político. Probablemente en su mente, la situación de muchos peronistas de tener que esperar sin hacer nada torturaba a Oesterheld. Él y sus hijas pasaron a la acción. Oesterheld abandonó su casa. Según parece, nadie sabe bien cuál fue la dirección de la influencia política, si Oesterheld llevó a sus hijas a militar o si ellas lo llevaron a él. La cosa es que tanto sus cuatro hijas como él comenzaron a participar activamente en Montoneros, una organización definida como subversiva y que pronto se convirtió en extremista. Nadie en el ambiente editorial sabía que él militaba. Aparentemente, ni su esposa lo sabía.
Cuando regresa Juan Domingo Perón a la Argentina, Oesterheld está en el aeropuerto de Ezeiza. Allí se produce un tiroteo entre facciones, ya que el peronismo se divide entre grupos de derecha e izquierda. Oesterheld está del lado que recibe más tiros.
Con la llegada del Proceso de Reoganización Nacional (marzo de 1976), el gobierno militar comienza a perseguir a los militantes políticos. Oesterheld, que era uno de ellos, debía permanecer oculto, y desde allí escribió otra versión de "El eternauta" (El Eternauta II) para la editorial Record, donde trabajaba. Había retomado lo escrito en 1957 (El eternauta I) pero dando cuenta a través de la ciencia ficción de la situación coyuntural que vivía el país. Anticipó en estas líneas un destino de horror.
Sus hijas, los esposos de sus hijas y sus nietos fueron desapareciendo sistemáticamente. Él, aparentemente por un problema de desinteligencia al intentar alertarlo, fue por fin atrapado (1977). Fue paseado por diversos centros de detención clandestinos. Algunos militantes se cruzaron con él y dieron testimonio de esto. Héctor Germán Oesterheld tenía casi 60 años y se lo llamaba "El viejo".
No se ha descubierto cuál fue su destino final ni se han hallado sus restos. Oesterheld continúa hoy desaparecido, como otros varios miles de argentinos.
"Yo lo vi a Oesterheld en Campo de mayo, en las duchas específicamente, en el sector de las duchas. Yo no lo conocía personalmente y... bueno me llamó la atención. Lo vi digamos como golpeado, o sea como, con mucha angustia y... bueno, me acerqué, le pregunté qué le pasaba. Me dijo que le habían mostrado las fotos de las hijas... muertas".
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